Tiene alrededor de 20 años de trayectoria en la moda, lo cual le ha otorgado una perspectiva interesante que le ha ayudado a no perder vigencia y, al mismo tiempo, reflexionar sobre las nuevas generaciones de creativos en la industria.

“Los cambios han sido grandes”, afirma la diseñadora y empresaria riobambeña Milú Espinoza. Uno de esos giros importantes, dice, es que cada vez más diseñadores miran puertas adentro para inspirarse. “Es un gran avance”, agrega. Las formas y colores que identifican a la pluralidad de etnias y culturas ecuatorianas tienen un protagonismo cada vez más valorado.

“En el 2000 trabajé mi primera colección inspirada en Ibarra, trabajada con telares nuestros. Se presentó en el Fashion Week de Miami, donde fue ovacionada”, recuerda. Esta intervención le otorgó el premio al mejor patronaje futurista.

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Ella lamenta que en ese entonces los medios no difundieron lo suficiente este logro como considera, “la clientela veía nuestros telares como manteles y no obras de arte… ahora bloggers, clientes y extranjeros piden lo nuestro”.

A propósito, ese es el corazón, o la tinta, de su última colección Negra Mía, con estampados de sublimación digital textil en tonos radiantes y muy costeños. “Plasmar lo que significa ser latino, aún más lo que me transmiten a mí las mujeres afroecuatorianas... comunicar visualmente nuestros intereses y gustos, en este caso la alegría por medio del color, el baile, el folclor de una raza maravillosa que forma parte de nuestro país”.

Estas prendas se dirigen a mujeres elegantes, sofisticadas pero atrevidas a la vez, explica. “Me guío hacia la mujer que se siente sexi y sin miedo de enseñar sus curvas”. Sus diseños igualmente se reflejaron en accesorios, como carteras, calzado, maletas.

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Con estas prendas también conquistará Nueva York, pues se prepara para la semana de la moda en esa ciudad, en septiembre. “Por supuesto mi próxima meta es regresar a otra pasarela en Nueva York. Lo que hago no lo abandono fácilmente, en Miami estuve presente por 4 años”. Su mirada se posa en Francia e Italia incluso.

Es que definitivamente el sueño de todos, o casi todos los autores, es ser reconocidos mundialmente. “Es algo muy difícil, pero soy una soñadora, si eso no llega a pasar, poder crear, diseñar, hasta el fin de mis días ya es el logro de mi vida profesional”.