Por Jolie Kerr

Cada año en Navidad se realizaba un ritual: la artista retira amorosamente la envoltura que cubre el adorno de cerámica hecho a mano, una espiral similar a una serpiente sobre un disco cuadrado. El lado posterior indica quién es la autora del adorno y su origen: “Anjolie, segundo B”. Un suspiro de emoción aparece: “¡Mira, mamá!”. En su turno, la madre se burla secamente: “Parece excremento”. Y, como si alguien les hubiera dado la señal, carcajadas estruendosas brotan tanto de la madre como de la hija.

La artista, por supuesto, es la autora de este artículo y la mamá es la mía; no es exactamente el cuento feliz que la gente espera de un preciado recuerdo de Navidad, pero es un buen ejemplo del sentido del humor negro que compartimos con orgullo. Y, año tras año, mientras nos enjugamos las lágrimas por habernos reído tan fuerte sobre un adorno absolutamente espantoso que hice en la primaria, he preguntado: “Mamá, ¿por qué conservaste esta cosa horrible?”. Ella nunca tiene una buena respuesta, pero ambas estamos felices de que lo haya hecho.

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Las madres y los padres en todo el mundo conocen el dilema del arte que parece excremento: ¿qué conservo? ¿Cómo puedo exhibirlo o almacenarlo? ¿Qué puedo tirar a la basura y cómo?

Lee Fairchild, quien enseña arte en el Chuck Jones Center for Creativity en Costa Mesa, California, coordinaba exhibiciones de arte en escuelas al final del curso escolar que tenían al menos una obra de arte creada por cada uno de sus estudiantes. Su método de curaduría consiste en involucrar a los estudiantes en el proceso de selección al realizar preguntas abiertas sobre su arte, como “Dime más sobre esto”. Ella alienta a los padres y las madres a hacer lo mismo en el hogar —a revisar el arte con los pequeños artistas y tener una conversación sobre qué les gusta más y por qué—. Ya que tú y tu hijo hayan seleccionado qué obra exhibir, Fairchild sugirió esta idea: cuelga cuadros sin el vidrio, para que los niños puedan colocar arte en el interior con tachuelas. “Los marcos elevan el arte y le dan el significado de que es especial”.

Mike Barish, un escritor de mercadotecnia que vive en Chattanooga, Tennessee, usa un enfoque similar con su hijo de 4 años, Calvin, al involucrarlo en el proceso de selección de arte que exhibe. “Cuando está orgulloso de una pintura, nos pregunta si puede pegarla con cinta adhesiva a las ventanas en nuestra cocina. Él cuelga esas obras especiales por sí mismo, lo cual es adorable”, dijo Barish y agregó: “Afortunadamente, ¡no nos pide colgar todos sus dibujos!”.

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Otras opciones para exhibir arte incluyen un alambre con clips, tablas sujetadocumentos con obras exhibidas al estilo de una galería, el marco Lil’ Davinci Store & Display o el papel tapiz interactivo Graham & Brown , el cual es impreso con marcos vacíos en los que los niños pueden pegar fotos o notas —o incluso crear arte directamente en el papel tapiz—. Repisas flotantes pueden ser instaladas para crear un tipo de galería para exhibir creaciones en 3D como vasijas de barro, máscaras de papel maché y dioramas.

Kate Martin, una maestra de arte certificada y organizadora profesional que vive en Round Rock, Texas, sabe lo abrumador que puede ser la cantidad de arte que los niños traen a casa de la escuela; ella trabaja con los padres para establecer lineamientos sobre qué conservar y qué desechar, mientras manejan la culpa que a menudo acompaña esas decisiones.

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La organizadora ofreció un punto de inicio simple para los padres abrumados por la inclinación creativa de sus hijos: “Pon todo el arte en un lugar”. Ella sugiere ponerlo en un contenedor vacío al lado de donde los niños ponen las mochilas y enseñarles lo que ella llama el método “Mira y tira”: haz que te muestren su arte cuando lleguen a casa de la escuela y, antes de que termine en la mesa del comedor, en el mostrador o el piso de la cocina, haz que pongan las obras maestras de ese día en el contenedor elegido. Almacenarlos en portafolios, como el Lakeshore Learning My Keepsake Portfolio o el Blick Studio Series Softside Portfolio son buenas opciones para guardar creaciones en papel, mientras que las cajas de IKEA —o cajas de cartón en general— son opciones poco costosas de almacenamiento que pueden contener obras más grandes como vasijas o proyectos de papel maché.

Ellen Delap, una organizadora profesional de Kingwood, Texas, tiene una regla firme cuando se trata de despedirse de una de las creaciones artísticas de sus hijos: “Nunca te deshagas de ella enfrente del artista”. Ella reconoció que deshacerse de arte puede ser un desafío y exhortó a los padres a hacer lo que piensan es mejor para el niño y agregó: “Dejarlo ir cuando ya fue fotografiado es más fácil”. Barish ha encontrado que esto es cierto. “Mi esposa, Jordana, ha comenzado a tomar fotografías de algunas de las obras antes de tirarlas. De esa manera tenemos un registro de ellas —una galería digital, por llamarle de alguna forma— sin la acumulación”.

Kate Martin sugirió reciclar y aprovechar el arte para usarlo como notas de agradecimiento o papel para envolver regalos o hacer un collage con las mejores partes de cada pieza. Nadine Warner, una estratega creativa que vive en Evanston, Illinois, con su pareja, Lori Fong, y sus cuatro hijos explicó su método: “Dependiendo de mi humor, tiraré todo lo que no se sienta especial”, y agregó con nostalgia: “Conforme los niños crecen, se vuelve más difícil tirar su arte. Reconozco que el tiempo que están en la casa es cada vez menor y algún día podría arrepentirme de tirar algunas de las cosas que deseché”.

Los padres de hoy tienen opciones para manejar el arte que parece excremento que mi propia madre no hizo. Los sitios de almacenamiento digital como Keepy, Artsonia y Shutterfly permiten a los padres —¡y maestros!— subir fotografías y videos de arte que pueden ser compartidos con familiares sin dedicarles espacio físico en tu hogar. Los tres sitios también están disponibles a través de aplicaciones, lo que facilita tomar una fotografía con un celular y subirla; también ofrecen opciones de privacidad para que solo las personas que tú elijas puedan ver el trabajo de tu hijo e información personal. El arte almacenado en estos sitios también puede ser convertido en un libro o recuerdos como imanes, naipes, tazas o, sí, incluso tu propio ornamento que parezca excremento. (I)

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