El divorcio es una de las experiencias más traumáticas que le pueden suceder a una familia, particularmente a los hijos. Nadie está realmente preparado para navegar en este mar, y son altos los riesgos de tomar decisiones equivocadas motivadas por la angustia, la depresión y la soledad.

Desde la posición de la madre el panorama es incierto y lleno de inseguridades: No solamente le tocará enfrentar sola situaciones que antes manejaba con el apoyo del entonces marido, sino que, además de eso, corre el riesgo de ser malinterpretada si continúa actuando con la misma naturalidad de antes frente a los amigos que le queden (ya que muchas amistades pueden decidir alejarse socialmente de ella).

Por esto es tan difícil para una mujer intentar resucitar su vida afectiva en este nuevo mundo donde debe empezar de cero, tal vez con otras amistades, otras actitudes, otros escenarios. Pese a tener el derecho a reconfigurar su estructura emocional, es imprescindible actuar con prudencia para proteger a los hijos de posibles daños emocionales futuros.

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Existen reglas, por cierto no escritas, orientadas a proteger el bienestar emocional de los hijos, sobre todo los menores. La más importante es que ninguna relación debería empezar antes de los ocho o diez meses después del divorcio; primero debe quedar bien establecida la forma en que se va a conducir la vida de ellos con ambos padres.

Otra es que los niños no deben conocer al amigo de la madre sino después de que dicha relación haya pasado la prueba del tiempo (y no sea una relación de rebote, motivada por la soledad, o en respuesta a una acción similar del ex).

Es muy perjudicial para el niño ver a su madre cambiar de pareja sin mayor criterio, especialmente si se estableció una relación de afecto entre él y el novio.

También se aconseja que cuando conozca al novio esto suceda en un lugar neutral, de ser posible en un sitio atractivo para niños de su edad, donde haya alternativas de distracción que permitan aflojar la tensión que se pueda producir.

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La situación ideal, dentro de las limitaciones y carencias de esta realidad, es que los niños sientan que su padre apoya a su madre en este intento de rehacer su vida afectiva, un esfuerzo que sin duda ayudará en el camino hacia la sanación de todos. (O)