El nombre Peter Mussfeldt está vinculado oficialmente a la cátedra de Diseño Gráfico de la Universidad Casa Grande de Guayaquil, desde el año pasado. El centro de estudios superiores decidió otorgarle esta dignidad al artista alemán, quien se nacionalizó como ecuatoriano en 1980, para reconocer su aporte al desarrollo del diseño gráfico a nivel nacional.

Pero las universidades no siempre han aplaudido al artista que hoy tiene 81 años de edad.

Sentado en su despacho, recuerda todas las solicitudes que hizo, cuando era un joven interesado en estudiar arte, a las escuelas de su país y que fueron rechazadas. “Aprendí que uno tiene que tener paciencia, y mientras tanto seguía asistiendo a escuelas de dibujo nocturnas. Intenté en una parte, en otra parte y en otra parte porque pensé que ¡algún día ya tendrían que aceptarme! Y además porque siempre sentí que tenía algo que decir”.

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Finalmente, Peter fue admitido en Dresden y posteriormente en Düsseldorf (Alemania), donde cursó sus estudios de arte entre 1956 y 1962. “Mi consejo para otros sería que no boten la toalla muy rápido. Si tienen la convicción, si realmente desean algo, entonces, aguanten. Son cosas que pasan y hay que superarlas”.

Esa perseverancia ha sido siempre el leit motiv de su trayectoria. Y, gracias a los proyectos e ideas que desarrolló, aun con críticas, el año pasado fue invitado por Taschen (famosa casa editorial alemana) como uno de los protagonistas de la historia del diseño gráfico mundial. Le dedicaron dos páginas completas a su obra en el segundo tomo de su publicación, que data de 1960 hasta la actualidad.

Un segundo reconocimiento en su país natal llegó cuando la revista Novum le dedicó una entrevista en su número de noviembre del año pasado. “Un pionero visionario. En 1962, como joven diseñador, Peter Mussfeldt emigró a Ecuador, donde se convertiría en un pilar de la escena gráfica local, que se desarrollaba lentamente. Felipe Taborda se reunió con él en su casa de Guayaquil. El resultado es una entrevista que abarca décadas de dedicación y diseño pionero”, publicó la revista en su sitio oficial de Facebook. Son palabras que lo emocionan mientras mira la portada que estuvo dedicada al sol, que también ha sido inspiración de varios de sus diseños.

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“Es mi primera presentación como diseñador en Alemania, después de tantos años”.

‘Nadie usará eso’

Peter está convencido de que los diseñadores ecuatorianos no deben solo ‘mantenerse al día’ con las tendencias gráficas o referentes internacionales. Su misión, dice, debe enfocarse en sumar al mundo un trabajo que refleje la identidad de su país.

Él mismo asumió tal desafío cuando decidió diseñar camisetas tomando como inspiración la fauna de las islas Galápagos.

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“Me tildaron de loco y me dijeron que aquí nadie las usaría. Que las personas con mayores posibilidades económicas vestían camisas de marcas internacionales”, recuerda. “Pero yo dije: ‘No, yo tengo que aportar algo y las camisetas serían un vehículo importante’. Algo que fuera de Ecuador y que cautive a los ecuatorianos y a los turistas. Me propuse que en un año la gente usaría mis camisetas y el resto de la historia ya se conoce. Fueron un éxito”.

Lo que entonces no pudo prever fue que aquellos diseños estaban llegando ya a manos de Julius Wiedemann de Taschen. Así lo reveló el editor en su cuenta de Instagram: “Yo crecí recibiendo camisetas desde Galápagos como regalos de mi tía, quien está casada con un ecuatoriano. Nunca podría haber imaginado que un día conocería al hombre detrás de aquellos hermosos diseños. Peter dejó Alemania en los años 60, después de estudiar con Beuys y Picasso. Se fue en una búsqueda personal y encontró un hogar en un hermoso país, el cual lo acogió y lo llenó de extraordinarias oportunidades”, escribió. “Su trabajo no tiene precedentes no solo en América del Sur, sino que también es un gran ejemplo del buen diseño en cualquier lugar del mundo. ¡Te queremos, Peter!”, finaliza la publicación en esa red social.

Crear desde adentro

Peter realiza hoy un trabajo de ‘consultor’ con los estudiantes de la Universidad Casa Grande, pues los recibe en su despacho para que cursen una pasantía bajo su tutoría. La primera directriz que reciben es que apaguen su computadora portátil, su celular y se alejen de sus pantallas.

“Dejamos todas las referencias aparte y lo primero que hago es preguntarles qué idea propia tienen, qué es lo que tienen dentro y lógicamente se quedan fascinados porque empiezan a conocerse a sí mismos”, dice. “Comenzamos a trabajar desde ellos mismos, qué es lo que pueden expresar por sí mismos y entonces salen cosas increíbles”.

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Esa fue la manera en que él mismo se abrió paso por el diseño gráfico, pues a su llegada a Ecuador no existía un conocimiento extendido sobre esta rama. Decidió que pagaría sus cuentas con trabajos gráficos para agencias y otros clientes. “Me formé como autodidacta porque yo realmente estudié arte, pero eso me facilitó eventualmente la tarea de diseñar, porque me sentía más libre. Después recibí una invitación de Presley Norton, quien era entonces el dueño de la agencia Norlop”, relata. “Me fascinó que no hubiera muchas revistas sobre arte o cine, porque entonces todo tenía que venir de ti mismo, el proceso era desde adentro hacia afuera, no como hoy cuando todo es desde afuera hacia adentro. Esa fue para mí la mejor educación frente a mí mismo porque tenía que crear desde adentro”.

Parte de su trabajo hoy, dice, es revelar a sus estudiantes el talento que tienen en sí mismos y que no pueden ver por todo el ruido que los rodea.

“Todos tienen talento, pero todos no lo saben y ese es mi trabajo, hacerles ver quiénes son. Mientras una persona más se conoce a sí mismo, más puede dar”.