“Hay dos tipos de escritores: los que te hacen pensar y los que te hacen soñar”, dice Brian Aldiss, quien me hizo soñar tanto tiempo con sus libros de ciencia ficción. En principio, creo que cada ser humano en este planeta tiene al menos una buena historia para contar. Lo que sigue son mis reflexiones sobre algunos elementos importantes en el proceso de creación de un texto:

Por encima de todo, el escritor tiene que ser un buen lector. El tipo que se adhiere a los textos académicos y no lee lo que otros escriben (y aquí no solo estoy hablando de libros, sino también de blogs, columnas de periódicos, etc.) nunca conocerá sus propias cualidades y defectos.

Entonces, antes de comenzar cualquier cosa, busque personas que estén interesadas en compartir su experiencia a través de las palabras. No estoy diciendo “busca otros escritores”. Lo que digo es “encuentre personas con diferentes habilidades, porque escribir no es diferente de cualquier otra actividad que se realice con entusiasmo”.

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Tus aliados no necesariamente serán aquellos a los que todos miran con admiración y dicen: “No hay nadie mejor”. Es todo lo contrario: las personas no temen cometer errores y, sin embargo, cometen errores. Es por eso que su trabajo no siempre es reconocido. Pero ese es el tipo de personas que cambian el mundo, y después de muchos errores, logran hacer algo bien que hará toda la diferencia en su comunidad. Son personas que no pueden sentarse a esperar que sucedan las cosas antes de decidir cuál es la mejor manera de narrarlas: deciden mientras actúan, incluso sabiendo que esto puede ser muy arriesgado.

Vivir cerca de estas personas es importante para los escritores, ya que deben entender que antes de poner algo en el papel, deben ser lo suficientemente libres para cambiar de dirección a medida que su imaginación vaga. Cuando una oración llega a su fin, el escritor debe decirse a sí mismo: “Mientras escribía, recorrí un largo camino. Ahora puedo terminar este párrafo con la plena conciencia de que me he arriesgado lo suficiente y me he dado lo mejor de mí”.

Los mejores aliados son aquellos que no piensan como los demás. Por eso, mientras busca a sus compañeros, confíe en su intuición y no preste atención a los comentarios de los demás. Las personas siempre juzgan a los demás utilizando el modelo de sus propias limitaciones, y en ocasiones la opinión de la comunidad está llena de prejuicios y temores.

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Únase a los que nunca han dicho: “Está terminado, tengo que detenerme aquí”. Porque así como el invierno va seguido de la primavera, nada llega a su fin: después de alcanzar su objetivo, debe comenzar de nuevo, utilizando siempre todo lo que haya aprendido en el camino.

Únete a aquellos que cantan, cuentan historias, disfrutan la vida y tienen felicidad en sus ojos. Porque la felicidad es contagiosa y siempre logra evitar que las personas se paralicen por la depresión, la soledad y los problemas. Y cuente su historia, aunque solo sea para que la lea su familia. (O)

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www.paulocoelhoblog.com