El papa Francisco explicó ayer, durante una misa celebrada en la Casa Santa Marta del Vaticano, que el tiempo de Adviento tiene tres dimensiones: pasado, futuro y presente.

El orden de estas dimensiones no es casual, sino que tiene una justificación evangélica, dijo el sumo pontífice. Así se puede contemplar en el Evangelio del día, de San Mateo, en el que un centurión romano se acerca a Jesús en Cafarnaúm para pedirle que cure a su siervo, que tenía parálisis.

Es de esa purificación de donde surgen las tres dimensiones del Adviento. La primera, el pasado, “la purificación de la memoria”. Recordar que “ha nacido el Señor, el Redentor que vino para salvarnos”.

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Futuro, la segunda dimensión, la esperanza, “la purificación de la esperanza”, el prepararse “para el encuentro definitivo con el Señor”.

“Porque el Señor regresará. Y volverá a preguntarnos:’‘¿Cómo ha ido tu vida?’. Será un encuentro personal, un encuentro personal con el Señor. Hoy lo tenemos en la eucaristía y no podemos tener un encuentro así, personal, como en la Navidad de hace 2000 años: tenemos la memoria de aquello. Pero cuando él regrese, tendremos ese encuentro personal”. Por lo tanto: “Hay que purificar la esperanza”, dijo.

Por último, el pontífice exhortó a cultivar la dimensión cotidiana de la fe, la fe en el día a día, eclipsada por las muchas preocupaciones de la vida sin recordar que Dios es “el Dios de las sorpresas”.

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Esa tercera dimensión del Adviento, la dimensión del presente, “es la del día a día”. Consiste en “purificar la vigilancia. Vigilancia y oración son dos palabras para el Adviento, porque el Señor vino en la historia a Belén, y vendrá, en el fin del mundo y en el fin de la vida de cada uno de nosotros”, detalló el portal de ACI Prensa. (I)