La  Municipalidad de Guayaquil, la Dirección de Cultura y el Museo Municipal de la Música Popular Julio Jaramillo convocaron por cuarto año consecutivo al concurso nacional Buscando nuevos compositores del pasillo, premio Independencia de Guayaquil, el cual fue organizado para motivar a los jóvenes compositores para que generen nuevos temas en este género.

Participaron 54 compositores de diversas provincias y los ganadores fueron presentados  durante un evento cumplido el domingo 28 de octubre en el auditorio del Museo, ubicado en Puerto Santa Ana, el cual incluyó un emotivo recital con las piezas premiadas.

Jenny Estrada, directora del museo, destacó el elevado nivel de las composiciones recibidas, lo cual demuestra el gran interés por crear canciones de este género. “Sorprende y emociona escuchar la calidad del mensaje poético de las composiciones y  su  musicalidad. Es sorprendente porque, en medio de toda la influencia que reciben los jóvenes con ritmos como el perreo, el reguetón, el rock, todavía hay una dosis de sentimentalismo muy apreciable en estos compositores”, indica. “Es muy esperanzador lo que recibimos”.

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El jurado estuvo compuesto por Blanca Layana (magíster en música), Juan Carlos Urrutia (director de coros y compositor) y Miguel Mora Witt (integrante grupo Pueblo Nuevo).

Ellos seleccionaron a los tres ganadores (ver recuadros adjuntos), quienes recibieron premios de $ 5.000, $ 3.000 y $ 2.000, respectivamente. Además, el jurado entregó tres menciones de honor a Carlos Enrique Avendaño (La Troncal, Cañar), autor del pasillo Magia; María Fernanda Tapia (Quito) con la canción Color sepia, y María Fernanda Chica (Guayaquil) con Semblanza.

Hubo también cuatro menciones de estímulo para más participantes destacados. “Apostamos a la gente joven”, enfatiza Estrada, pero agrega que este esfuerzo requiere  del apoyo de las radios y televisoras para que ayuden a difundir estos trabajos, que hoy conforman un disco.

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Contacto: 207-5003  y 207-5004.

María Belén Vivero, Quito (Primer lugar): Arte envuelto en sentimiento

El pasillo corre por sus venas y aunque no tuvo formación académica en torno a la música hasta los 16 años de edad, obtuvo el primer lugar en el tercer Concurso de Pasillo que organiza el Municipio de Guayaquil.

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Belén (28 años) cuenta que el pasillo es herencia de sus padres. “Mi padre tocaba pasillos en el piano de casa y junto a mi madre notaron mi curiosidad por la música. Me vieron practicar en el piano y cantar con entusiasmo en casa. Mi mamá me apoyó para que ingrese al Conservatorio Nacional de Música en Quito”.

En el Conservatorio estudió piano por tres años, luego se graduó en Música Contemporánea en la

Universidad San Francisco. En 2014 fue admitida con una beca para estudiar en Berklee College of Music en Valencia, España. “Este fue un sueño cumplido, especialmente cuando mi proyecto final fue

grabar y dirigir mi música con una orquesta de 50 músicos en los estudios de Abbey Road en Londres”.

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Lágrimas de abril es el nombre de la canción con la que Belén ganó el concurso, ella dice que este pasillo nació luego del terremoto del 16 de abril de 2016. “Vivir lejos de nuestra tierra no es fácil, especialmente en momentos así. Al estar en el extranjero, sentí dolor e impotencia al no poder ir a ayudar. Así comencé a escribir e inmediatamente sabía que sería un pasillo. Necesitaba conectarme con mis raíces, con mi país”.

Belén explica que Lágrimas comienza describiendo lo ocurrido en el desastre natural, pero busca dar esperanza y enaltecer las cualidades de generosidad y valentía de nuestra gente. Cuenta que no esperaba ganar el concurso porque la canción contiene algunos elementos distintos a lo tradicional del pasillo, tanto en la armonía como en la forma.

Ahora trabaja en su primer disco para tenerlo listo en el 2019. “Aspiro a continuar ganando experiencia en música de cine y escribir la banda sonora para un largometraje independiente”.

Pedro Nicolás Peralta, Loja (segundo lugar): Músico natural, como buen lojano

Aunque no recuerda con exactitud la edad en la que empezó a incursionar con el pasillo, lo cierto es que lleva la música nacional en el alma. Este compositor de 20 años de edad cuenta que desde niño maneja los bajos de la guitarra y la percusión menor. “Mi padre es quien desde mi niñez hizo que la música se dibujara en mi subconsciente; en mi patio de juegos siempre hubo carritos, dinosaurios acompañados de boleros, valses y pasillos”.

El constante roce musical en casa hizo que empezara a tararear las canciones que su papá interpretaba con su tía y un grupo que los acompañaba (Trío Colmenar). Pedro cuenta que un día su padre le dijo: “Ven para enseñarte a entonarla”, y así se dio cuenta de que amaba cantar y que lo hacía bien.

Con el pasillo Ausencia logró quedar en el segundo puesto del concurso. Pedro explica que su canción es un pasillo melancólico, que relata lo cruel que puede llegar a ser el amor cuando falta esa persona especial. En el coro hay una serie de adjetivos que describen, según él, qué es sentirse enamorado.

“Es un pasillo que cuenta con características distintas, con una lírica diferente y que cargué con un mensaje. Sin embargo, no tenía la presión de querer o tener que ganar el concurso”. Pedro lleva la música de la mano de su carrera (jurisprudencia), en el futuro se visualiza como un profesional en ambos ámbitos. “Estoy atrás de ese sueño, de sonar a nivel nacional. Mi objetivo es seguir componiendo, seguir grabando y seguir regalando música. Quiero que las personas se identifiquen y canten mis canciones, transmitir mensajes positivos”.

Pedro considera que vivir de la música es complicado, pero no imposible; por eso invita a los jóvenes músicos a luchar por los objetivos que se trazan.

Ernesto Macías, Guayaquil (tercer lugar): Voz lírica que se vuelve ‘Pasillera’

El año pasado logró, en este concurso, una mención de honor con la canción Pueblo mío. “Eso me motivó a participar nuevamente”. Y ahora obtiene el tercer lugar con el tema Olvido.

“Es una canción bastante sentimental, de desamor, de ruptura, sobre una persona que se enamora, pero la otra persona no solamente dejó de quererla, sino que la ha borrado de su mente”. Ernesto canta: “Gélida nace mi agonía en pleno abril;/ el canto de las aves no me enternece;/ viste de gris la primavera,/ y aunque la lluvia mojó de bien cada rincón/ yo solo siento frío y penar”.

“No es una historia autobiográfica”, sonríe al comentar, “cuando escribo canciones, no siempre son vivencias propias. Puede ser una historia que he visto, quizás en un libro, una poesía o una película”.

El pasillo es puro sentimiento, agrega, “no siempre alegre, pero aunque el pasillo pueda ser triste, viene cargado de bastante belleza poética y musical. Eso provoca que no sea llorón, sino una hermosa poesía cantada”.

Este cantautor guayaquileño de 35 años tiene un decidido talento para la composición musical, que generalmente dedica para escribir canciones en género pop, ya que además es un gran intérprete. Es más, ha grabado un disco en ese género, Al otro lado de la luna, con nueve canciones de su autoría, que desde julio circula en redes sociales y Spotify. Para ello usa el nombre artístico de Ernie Rivas. “Pero vengo de la escuela clásica. Soy cantante de ópera graduado en Ucrania, donde estudié por seis años”. Y ha participado en recitales de Beatriz Parra.

Este economista de la Espol descubrió su vocación musical cuando ingresó al coro de la universidad. Ahora trabaja como profesor de canto y es vocal

coach del grupo musical Leyenda (con ellos interpretó Olvido en el recital de premiación). En resumen, en su vida cambió los números por el arte. (E)