Hace algunos años descubrí un libro escrito por Holger Jara. Me intrigaron las fotos de petroglifos de círculos y espirales  tallados sobre piedras a lo largo del río Chirapi, en el sector de Tulipe, en el noroccidente de Quito.

Por fin tuve la oportunidad de visitar la zona. Existe un museo de sitio que mira hacia dos “piscinas” en forma de media luna y otras dos rectangulares, y hacia la que el guía describiera como de Puma, que se usarían para ritos de purificación, fertilidad y agradecimiento.

Las explicaciones que escucho no alcanzan a convencerme, y los paneles de información aumentan mi curiosidad.
No es culpa de los guías. A mi parecer falta excavar, investigar  y, sobre todo, conectar estos hallazgos con similares construcciones. Por ejemplo, atrás de las piscinas, y sobre el río, existen tolas por desenterrar  y pirámides truncadas similares a las de Cochasquí. ¿Se trataría de una misma etnia que la caranqui? ¿Vivieron en épocas distintas?
Yumbo es el grupo humano asentado en Tulipe desde el año 2000 antes de nuestra era  hasta 1690 de nuestra era, en dos ocupaciones distintas. Sin embargo, se trata de un nombre genérico, presuntamente asignado por los españoles  a aquellos que transitaban entre Costa y Sierra comerciando productos.

Publicidad

En el museo leo que los yumbos abandonan Tulipe en dos ocasiones debido a las erupciones del Pichincha, ¿para dónde fueron? 
Existía toda una red de caminos (llamados culuncos) que conectaban la serranía con la ceja de montaña, por las que los yumbos transitaban intercambiando spondylus y algodón traídos de la Costa, por oro y piedras de los Andes. Escucho que los culuncos estaban techados por vegetación, proporcionando sombra y protección. Adulcir Saad favorece la idea de que Antonio José de Sucre utilizaría uno de estos caminos, ocultos a incas y españoles, para aparecer inadvertidamente en el Pichincha y ganar la batalla que nos independizara en 1822.

Y de hecho, se comerció con spondylus durante siglos, seguramente a través de culuncos. Porque descubro un segundo museo, también de Quito Metropolitano, en el barrio de La Florida.

Se trata de una necrópolis precolombina, tal vez la más grande en Sudamérica. En la única tumba de pozo profundo que permanece abierta (las demás se sellaron), se pueden observar sus quince metros de profundidad con momias en posición fetal.

Publicidad

En el museo de sitio se exhiben cuatro ponchos de concha spondylus, que cubrían los cuerpos de caciques. Están decorados con figuritas de oro, se han encontrado cerámica y vestigios de ofrendas de alimentos. Pero esto es apenas una porción de lo que se desenterró en La Florida. Se me informa que al hacer excavaciones para la construcción del nuevo aeropuerto de Quito también se descubrieron tumbas de pozo profundo con iguales tesoros. ¿Dónde yacen estas riquezas de nuestro patrimonio? ¿Embodegadas? ¿Olvidadas? ¿Existirán todavía?
Tulipe o La Florida podrían ser importantes y publicitados museos  en cualquier otro lugar del mundo. En Ecuador pocos conocemos de su existencia.

Salvar este patrimonio rescata nuestro pasado, es importante para la construcción de identidad, es ciencia y es un recurso turístico inigualable.

Publicidad

En Perú se ha creado un imperio alrededor de un entierro, del Señor de Sipán. ¿Cuántas tumbas habrá en La Florida? ¿Cuántas en el aeropuerto de Quito? ¿Qué universidades se dedican a su investigación?
Habría que involucrar a las comunidades, que participen de los beneficios de un buen museo de sitio. Serían los guías, los dueños de tiendas, los arqueólogos, viviendo orgullosamente de su pasado y construyendo un futuro sobre cimientos de orgullo milenario. (O)

nalutagle@yahoo.com