La Shakira de 18 años que tuve la gratísima oportunidad de conocer en una oficina de mi época de televisión (la etapa de SíTV, “el canal que te ve”, ¿recuerdan?) me sorprendió primero por su autenticidad. En su pequeña humanidad no había un ápice de los estrellamientos tan en boga, porque venía a Guayaquil por primera vez para la teletón anual y su visita al canal fue una breve aparición en Guayaquil Caliente, donde ella “incendió” en vivo el programa. “Me siento en casa aquí”, me dijo. Shakira tiene un halo único. Ella es de esas personas a las cuales uno les tiene confianza y que nos contagian una alegría natural de gozar cada minuto que vivimos. Lo sexy, sus bailes, sus gestos, son parte de una personalidad escénica que nunca parecen manerismos falsetes. Es maravilloso que esta ciudad pueda ser parte de su gira y que los guayaquileños la hagan volver a sentirse en casa.