Para Vicente Lara, las calles del centro son su local, en el que no paga arriendo y tiene la libertad de moverse. Desde hace ocho años se tomó parte de la calle Olmedo para instalarse con su maletín y reparar relojes.

Él sale todos los días a trabajar a las 06:30 desde su casa, ubicada en Las Orquídeas, en el norte de Guayaquil. Él toma un bus y luego la Metrovía para llegar a este punto del centro de Guayaquil a las 08:00.

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Sin embargo, este “local” le ha generado momentos duros. El maletín ha tenido que cerrarlo para volver a casa o correr hacia otro punto y seguir trabajando. Los metropolitanos lo han sacado de las aceras al menos dos veces por semana desde que es informal.

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“Cuando la cosa se ha puesto dura porque nos desalojan (los metropolitanos), me he ido a la Alborada, por Plaza Mayor; allá casi no suelen llegar a sacarnos”, cuenta.

Asimismo, María Tipán cuenta que en una semana le ha tocado correr hasta tres veces antes de que lleguen los policías metropolitanos a desalojar a los informales que se ubican a lo largo de la calle Colón.

Ella vende mote con chicharrón y maní desde hace unos tres años, cuando llegó a Guayaquil desde Lentag.

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En el suelo o sobre mesas, los comerciantes colocan sus productos en esquinas de calles. Foto: Carlos Barros

Ambos se han acostumbrado a vender y a caminar para captar clientes. Tipán también dice que su local son las esquinas, que así no pierde y no gasta en arriendo.

Sin embargo, ellos no se oponen a que se los organice y regularice. Entre sus propuestas está que se emita un carné y se establezcan espacios dinámicos y sencillos en los que se puedan ubicar a vender sus productos.

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Por ejemplo, habilitar un lote sencillo cerca de la Bahía para no perder los potenciales clientes que van a esa zona y que ya los conocen. “Una especie de mercadito, como una Bahía 2, en esos edificios botados con locales pequeños y no tan caros, y que los comerciantes puedan alquilar por temporadas”, propone Tipán.

El alcalde Aquiles Alvarez, de hecho, tiene en su plan de trabajo una reorganización de parroquias y distritos en el que se contempla sumar a los comerciantes informales y microemprendedores para buscar espacios y que puedan vender sus productos, además de formalizar a los comerciantes autónomos.

Alfonso Mite dice que una manera de formalizar es hacer un censo y establecer zonas en las que se pueda colocar cada vendedor.

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El centro, asegura, debe ser el sitio en donde las autoridades deben poner sus ojos para buscar espacios.

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“No van a mandar a un comerciante a un espacio botado en Vergeles a que venda camisetas o pasteles; nadie les va a ir. Pero si se buscan espacios dentro del centro y alrededores, se puede tener más aceptación”, dice el comerciante.

Para Aleida Gutiérrez, quien lleva como informal más de doce años, una idea interesante es que se hagan espacios abiertos y no como centros comerciales, para que no se pierda el espíritu de una Bahía o de una venta de calle. (I)