En el Día Internacional de la Enfermera, este miércoles 12 de mayo, muchas cumplieron sus jornadas de trabajo como de costumbre, otras que tenían libre o vacaciones se autoconvocaron a un plantón, en el centro, para pedir estabilidad laboral amparadas en el artículo 25 de la Ley de Apoyo Humanitario, que garantiza que el personal de salud que trabajó durante la crisis sanitaria tenga el nombramiento debido a su sacrificio en la atención en la pandemia del COVID-19. Tanto hombres como mujeres que ejercen esta profesión coinciden en que los motiva un gran servicio y atención a sus pacientes para que salgan del mal que los aqueja. Aquí sus testimonios:

Claudia, licenciada en Enfermería, de 41 años: Trabajé con COVID-19 hasta que me desmayé, estuve 15 días en UCI

Claudia al igual que otras enfermeras pidieron que se les dé estabilidad laboral. Foto: Jorge Guzmán

Venimos desde el mes de marzo hasta ahora, más de un año, trabajando turnos de 24 horas sin dormir ni ganas de comer con tanto trabajo y tensión al ver los fallecidos víctimas del COVID-19. La profesión es ahora mucho más dura y cansada. Incluso yo me contagié de COVID-19 en el triaje, avisé que estaba mal pero igual estuve trabajando por la gran demanda de pacientes, trabajé hasta que me desmayé, mis compañeros me llevaron a hacerme ver ahí mismo en el hospital, me internaron en la UCI ahí mismo y estuve 15 días, estuve con 40 litros por cánula de alto flujo. He quedado con secuelas, tengo que usar pestañas postizas porque se me cayeron las pestañas y el pelo, hígado graso, casi me muero, si no hubiera sido por la ayuda de mis compañeros y la gracia de Dios, ya no estuviera aquí. Y es por eso que yo pido que nos reconozcan estos sacrificios, lo hemos hecho con servicio de vocación, dándolo todo para nuestros pacientes y la institución, merecemos nuestra estabilidad laboral, trabajar sin miedo a quedarnos desempleadas cuando está la Ley Humanitaria que nos ampara.

Tatiana Suárez, licenciada en Enfermería, de 35 años, en UCI Luis Vernaza: He perdido el contacto físico con mi mami, yo la quiero viva

Tatiana Suárez, licenciada en Enfermería, de 35 años, labora a diario en la UCI del hospital Luis Vernaza. Foto: Jorge Guzmán

“Nuestra vida cambió radicalmente. He mantenido más de un año el distanciamiento físico con mi mami por temor de que se contagie del virus como me pasó a mí al inicio de la pandemia. Incluso en el Día de las Madres le di el primer abrazo con todas las normas de bioseguridad, pero es porque yo la quiero viva, cuido mucho de su salud, yo no tengo hijos y yo vivo con ella en Milagro. Yo me cuido mucho en mi labor diaria en el hospital, aquí extremamos todos los cuidados para la bioseguridad. Uso doble mascarilla, una KN95 que la tengo las ocho horas laborables y la quirúrgica que me cambio cada cuatro horas, también uso un gorro y un visor, a más de la limpieza frecuente de manos, y vemos que muchas personas aún no se protegen al menos con la mascarilla. El trabajo ha sido satisfactorio porque hemos salvado muchas vidas, pero también hemos tenido experiencias muy complejas como cuando cuidamos al paciente con todo lo necesario, evoluciona bien pero al final de cuentas hay otro desenlace, se nos va el paciente y para nosotros es un fracaso porque nos conectamos mucho con él. Hay casos duros, recuerdo que llegó una paciente que sobrevivió, pero su papá y mamá fallecieron por COVID-19, cómo decirle esa situación porque ellos preguntan todo, pero ahí viene el apoyo de nuestro equipo con psicóloga.

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Ana Díaz, enfermera de 42 años, del Municipio de Guayaquil: No tuve tiempo para el luto de mi mamá ni mi tía, decidí seguir trabajando para librar de la muerte a más personas

Ana Díaz, enfermera del Municipio de Guayaquil, realiza hisopado al personal de esa entidad. Foto: Jorge Guzmán

“Desde que empezó la pandemia del COVID-19 estoy encargándome de todos los insumos de bioseguridad de los compañeros del personal de salud del Municipio de Guayaquil, estuvimos haciendo pruebas rápidas en el aeropuerto, en centros médicos, en brigadas en barrios, en dispensarios y ahora soy coordinadora en el abastecimiento de insumos en los cuatro puntos de vacunación en convenio con el Municipio de Guayaquil y el Ministerio de Salud. Ahora realizo pruebas de antígenos para detectar el virus. Para mí lo más triste fue perder a mi mamá, en abril del 2020, yo seguí trabajando, no tuve día de descanso porque no quise encerrarme a llorar sabiendo que puedo librar del virus a más personas, decidí seguir porque yo no estuve infectada. Yo vivo sola, mis hijos se fueron a vivir a Estados Unidos, tuve todos los cuidados, pero el virus ingresó por otro lado, por eso les digo a todos: síganse cuidando mucho que la pandemia sigue.

Jonathan Ocaña, licenciado en enfermería particular: Me gusta aliviar a los enfermos, ver su recuperación, cómo salen de esta enfermedad

Jonathan Ocaña, licenciado en enfermería que da atención particular, comentó que ama su profesión, ver cómo sus pacientes logran recobrar su salud.

“Todos los días me levanto con ánimo de trabajar, veo su proceso de recuperación a cada uno, estoy pendiente de la alimentación, de su medicación y de siempre sacarles una sonrisa, que no se sientan solos, conversamos con ellos para que salgan pronto de sus cuadros como las secuelas del COVID-19. Para mí no fue nuevo el uso de mascarilla, ya que me inicié en el trabajo en quirófanos en una clínica privada, siempre tuvimos el cuidado de bioseguridad, ya estaba acostumbrado a la mascarilla, pero igual sí hemos aumentado los insumos, con lentes de protección, los visores o burbujas de acrílico, a más del lavado de manos que lo hemos mantenido. Considero que la enfermería es una vocación que en esta pandemia ha destacado lo que hemos venido haciendo por años, es dar apoyo al paciente y ser el complemento de su recuperación. Ahora hago visita privada de pacientes y es lo que me gusta, amo estar cerca de mis pacientes”. (I)