Cientos de indigentes deambulan por calles, avenidas y parques de Guayaquil. Son hombres jóvenes, mujeres con niños en brazos, embarazadas, personas de la tercera edad. Hay ecuatorianos y extranjeros, sobre todo venezolanos. Algunos están bajo los efectos de alguna droga o son consumidores, también hay personas con problemas mentales, desorientadas, sin rumbo. Solicitan dinero en los semáforos, otros piden comida en restaurantes y una parte de ellos vive bajo los pasos a desnivel, en solares vacíos o las aceras.

Si bien es un problema que viene de años atrás, la pandemia y la migración venezolana hicieron que se los vea más en las calles, decenas en cada esquina. Quienes residen en la calle tienen poca ropa, colchones viejos, platos desechables y maletas. Han armado casuchas con cartones.

En Guayaquil hay más de un centenar de lugares donde se evidencia la presencia de mendigos y personas en situación de calle. Por ejemplo, en la avenida Orellana están en los semáforos y bajo los puentes a desnivel, como aquel que queda diagonal al Mall del Sol y en la entrada a La Garzota; aparecen todo el día, confundiéndose con vendedores en la entrada a la Alborada, frente al colegio Teniente Hugo Ortiz, en tres semáforos de Las Orquídeas, por el Gobierno Zonal, por el edificio de Claro y cerca del centro comercial San Marino. Diez sitios en una sola avenida.

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Igual sucede en la avenida de las Américas, en la vía a Daule, en la Tanca Marengo y otras del norte; Portete, 25 de Julio, Domingo Comín, 4 de Noviembre, la 39, la 29 y muchas otras del sur y suroeste. Y están en el centro.

Nicole O., de 20 años, está embarazada de ocho meses y con su niño de 2 años pide dinero en un semáforo de la Orellana, en la Kennedy. Denny Rizo, venezolana de 25 años, mendiga junto con su hijo con retardo mental en un paso a desnivel de la Alborada. Ella también se ayuda vendiendo caramelos; Paúl, un sordomudo de 38 años y a quien se le detectó VIH, pernoctaba en el exterior del cementerio; Carlos, Johnatan y un amigo al que lo llaman Careloco moran bajo un puente de la vía a Daule.

En varios sitios se han convertido en vecinos conocidos, pero resultan mal vistos; a algunos se los considera un peligro. Pero los mendigos y personas en condición de calle sobreviven en medio del desamparo no solo del Estado, sino también de sus familiares, según la doctora Violeta Sagñay, directora del programa Un Futuro sin Drogas del Municipio de Guayaquil.

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Ella advierte que estas personas están en peligro. “Hay un riesgo latente en las calles. Está un migrante durmiendo junto a un indigente que tiene alucinaciones; o un indigente que está al lado de un consumidor que le da la droga o que lo usa para vender droga”, señala la profesional, que puntualiza que los más desamparados son aquellos ancianos o personas con problemas mentales que han sido abandonados por su familia, en algunos casos para adueñarse de sus bienes o cobrar el bono.

No hay una cifra sobre el número de personas en mendicidad y en condición de calle. La Empresa Pública de Desarrollo, Acción Social y Educación (DASE), que atiende estos temas en representación del Municipio de Guayaquil, dice que no hay un estimado actual de la cantidad de personas que mendigan y pernoctan en las calles, pero señala que en el 2017 se manejaba una cifra de 3.000, proporcionada por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES).

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Esta última entidad, en una respuesta enviada a este Diario este viernes, señala: “Respecto a la mendicidad y personas habitantes de calle en el país no existe una encuesta que revele datos de esta problemática; sin embargo, con la implementación de la Estrategia Nacional para la Prevención, Atención y Protección de Personas en Situación de Mendicidad, Habitantes Calle y otras Vulneraciones de Derechos efectuada en el 2020, se pudo identificar a 2.820 personas en esta problemática”.

La titular del MIES, Mae Montaño, dijo la semana pasada a este Diario que el número de mendigos ha crecido en Ecuador y que se debe trabajar en la actualización de los datos de las personas en condición de calle.

Estos últimos datos son de todo el país, pero quedan cortos. El presidente Guillermo Lasso admitió esta semana, en entrevista con este Diario, que no hay una cifra precisa.

El MIES y la DASE refieren algunos planes de atención a este sector desposeído. Por ejemplo, el MIES cita que en el 2021 brinda atención a 120 personas habitantes de calle en Guayaquil, mediante la firma de convenios de prestación de servicios para casos de personas habitantes de calle en situación de indigencia, consumo de sustancias, mendicidad, abandono, atenciones emergentes, casos psiquiátricos, con un rango de edad entre los 18 y 75 años.

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Pero los habitantes de la calle no conocen de esos planes. Ellos se quejan de que la Policía y otros organismos solo hacen operativos para retirarlos. La doctora Sagñay señala: “Como que fuera de fumigarlos, como si fueran una peste, así se refieren a ellos. Entonces nosotros queremos el trabajo completo, estabilizarlos clínicamente, reinsertar a su familia, aunque hay familias que no los quieren aceptar, vean ustedes qué hacen”.

La realidad se la siente en las calles. En el distribuidor de tráfico diagonal a la terminal terrestre pernoctan al menos quince familias.

Mendicidad, opción de vida de decenas de venezolanos en Guayaquil

José S., venezolano, explica que es duro vivir en las calles porque en algunas ocasiones las personas los insultan o les mezquinan el agua en la gasolinera a donde recurren a abastecerse. Él vive debajo del puente junto con su esposa y su hijo de 3 años. Su mujer perdió a su primer bebé en Venezuela y debe ingerir medicamentos para recuperarse, y como en su país no hay, ruega a las autoridades que los ayuden con recursos necesarios y medicinas.

Los moradores de debajo del paso a desnivel se apoyan entre sí. Para cocinar sus alimentos construyeron una pequeña cocina donde preparan arroz con huevo frito todos los días para sobrevivir. Incluso, sufren lo que ellos llaman injusticias por parte de los policías, porque les quitan sus pertenencias.

Sedrián P., venezolano, tiene tres meses en Ecuador. Afirma que desde que vive en el puente los policías siempre le quitan sus cosas y tiene que pelear para no dejarse quitar sus únicos implementos. Él exige más respeto por parte de los gendarmes.

Cuando anochece es una odisea para ellos, porque al estar dormidos han soportado robos de personas en estado de drogadicción que pasan por el puente. Actualmente, tienen que turnarse cada uno para vigilar que no pase nada en la noche.

“Me preocupo por mi hijo porque tengo temor a que se lo roben o le hagan daño”, dice José.

Con un ojo hinchado, sediento y llorando se halla Eli C., ciudadano venezolano que relata que por su vestimenta sucia sufrió golpes de parte de las autoridades, porque antes de subirse a la Metrovía recién salía de hacer un pequeño trabajo como mecánico. Se subió desarreglado, maloliente y al sentarse al lado de una mujer, esta lo acusó de querer robarle y llamó a los policías. Los gendarmes llegaron al lugar, lo tiraron al piso y le dieron patadas. “Ellos, los que me golpearon, ignoraban el dolor que estaba sintiendo y sufriendo”, señala.

Lo que dicen las autoridades

El Municipio, por medio de la Empresa Pública de Desarrollo, Acción Social y Educación (DASE), y el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) respondieron a un cuestionario enviado por este Diario y aseguran que atienden los temas de mendicidad y sobre personas en situación de calle.

En el caso de la DASE señala que realiza operativos en sectores donde se reporta la presencia de personas en situación de calle. “Nosotros les ofrecemos ayuda para ser derivados a algún albergue o fundación con las que tenemos convenio, de acuerdo con su necesidad. Antes de la derivación se realiza una evaluación médica en el hospital Bicentenario, que incluye examen de COVID-19 y, de ser necesario, hospitalización para tratamiento previo a la derivación”, señala.

El Municipio de Guayaquil y el MIES mantienen planes para personas en situación de calle. Foto: José Beltrán. Foto: El Universo

Aclara que la DASE atiende a personas en situación de calle que han cumplido su mayoría de edad. En el caso de los menores de edad se encarga la Policía Nacional. “Cuando hemos registrado casos de menores, mendigando o trabajando, se reporta al MIES y a la Policía”, indica.

Agrega que los operativos son para ofrecer a las personas albergue o involucrarlos en algún programa municipal de acuerdo con la situación de cada uno, ejemplo, el programa Un Futuro sin Drogas.

“Nosotros, desde la DASE, convocamos a varias jefaturas y direcciones del Municipio de Guayaquil, organizaciones gubernamentales como el MIES, organizaciones de ayuda nacional (Refugio RESA y Hogar de Cristo) e internacional (Organización Internacional para las Migraciones en Ecuador), para los casos de movilidad humana. Por lo tanto, todos nuestros operativos son siempre realizados con empatía a los casos que sabemos podemos encontrar”, indica.

Agrega que desde diciembre del 2020 opera el primer albergue municipal Volver a Soñar, que recibe a personas en situación de calle y trabaja en la reinserción familiar y laboral de los beneficiarios. Además, trabaja en convenio con Refugio RESA, quienes reciben a personas en situación de calle y movilidad humana, y la casa hogar Un Techo para el Camino, que acoge a personas en situación de movilidad humana.

El MIES señala que en el contexto de la emergencia sanitaria, en coordinación con el COE (Comité de Operaciones de Emergencia), Gobiernos autónomos descentralizados (GAD), instituciones públicas, privadas y organizaciones no gubernamentales implementaron 33 albergues emergentes temporales para alojar y atender a unas 780 personas en situación de calle, mendicidad, movilidad humana y personas diagnosticadas con COVID-19 que necesitaban aislamiento preventivo obligatorio.

“El objetivo de estos albergues fue contar con un lugar de alojamiento, cuidado y protección para personas que no tenían un lugar donde vivir y albergar a las personas que no tenían un lugar donde pasar la cuarentena o el aislamiento obligatorio”, explica.

El MIES destaca, señalando artículos de ley, que la atención también es responsabilidad de los gobiernos autónomos, prefecturas, municipios y juntas parroquiales.

Añade que desde el 2021 se implementó el Servicio para Habitantes de Calle para 120 usuarios, con dos unidades de atención ubicadas en el centro y sur de la ciudad de Guayaquil que ofrecen alimentación, hospedaje, atención social y psicológica.

Con una frecuencia quincenal se efectúan operativos de observación y abordaje junto con las organizaciones firmantes de convenios y Policía Nacional, Unipen, Juntas Cantonales de Protección Integral de Derechos y Ministerio del Trabajo, para un adecuado registro de personas en situación de mendicidad, trabajo infantil y habitantes de calle para la derivación al servicio más conveniente, explica.

Señala gestiones con el Ministerio de Salud para la vacunación de estas personas. Además cita tres proyectos que se ejecutan en la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón). El de erradicación del trabajo infantil, con una inversión de $ 1′188.025 con 1.140 beneficiados; erradicación progresiva de la mendicidad, que invierte $ 225.672 y registra 240 beneficiarios; y el de atención a personas de la calle, con un presupuesto de $ 500.884 y da cobertura a 120 personas.

Agrega que los servicios se dirigen a lugares considerados de mayor riesgo y vulnerabilidad económica y social, que han sido detectados como zonas expulsoras y receptoras de población en situación de mendicidad.

Sobre albergues, el MIES también cita los dos centros RESA mencionados por la DASE. (I)