Empanadas de verde, queso y carne, granos secos, panela, huevos criollos, miel de abeja, roscas, longaniza, melcocha, suspiros, dulce de guayaba, dulces y una veintena más de productos manabitas atraen las miradas y detienen la marcha de los usuarios que se movilizan hacia o desde una parada de la Metrovía, ubicada en la av. 25 de Julio, en el sur de Guayaquil.

Allí, en medio del paso a desnivel que cruza la intersección con la av. Ernesto Albán, los chonenses Mauro Heredia y Rosa Zambrano, de 77 y 73 años, se mueven constantemente mostrando los distintos productos que llegan a consultar los clientes.

Detrás de cartones y gavetas donde exponen su mercadería, el hombre se agacha y toma un envase de granos secos para describir el contenido y el precio. Ante eso, una clienta le compra por $ 1. Aquella dinámica que mantienen ambos se repite cada ciertos minutos mientras un equipo de este Diario los aborda.

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Mientras cobra a los clientes, Mauro insiste en que quiere dar ejemplo a la juventud de que existen oportunidades laborales para quienes buscan llegar al Puerto Principal, como sucedió con él y su esposa hace tres décadas.

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Por ello, él trata con respeto y paciencia a cada persona que se detiene a consultar sobre sus productos y al culminar su jornada deja limpiando el sitio ocupado, que antes –dice– era más frecuentado por consumidores de droga e incluso usado como urinario público.

El ejemplo de estos adultos mayores, oriundos de Chone, se volvió viral recientemente por su ejemplo de mantenerse activos pese a su avanzada edad. Ello incluso ha motivado que aumenten las ventas, menciona.

“Dicen que no hay trabajo, aquí estamos demostrando a mucha gente, a mucha juventud de que sí hay maneras de trabajar, sí podemos trabajar”, sostuvo Mauro, quien al igual que su esposa usan gorras para protegerse del intenso sol que suele acompañar sus jornadas.

En esa zona de alto movimiento comercial y peatonal, ambos expenden sus productos desde hace tres años, aunque con temor de ser desalojados por personal metropolitano. Se ubican de lunes a viernes desde las 09:00 hasta las 17:30 aproximadamente y los sábados de 09:00 a 15:00.

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Al culminar su trabajo del fin de semana, él cuenta que suelen dirigirse hacia Chone, donde se abastecen de la mayoría de productos para los siguientes días y además aprovechan para visitar a sobrinos que residen allá.

En el caso de las empanadas de carne, queso y pollo, en horario nocturno, una vez que llegan a casa, ellos deben encargarse de hacerlas con apoyo de una sobrina. “Nosotros les hemos enseñado (a ella), eso viene de abuelos”, remarcó sobre la ayuda de su familiar.

Puesto móvil entregado a Mauro y Rosa. Foto: El Universo

Los ingresos de $ 20 y hasta sobre los $ 50 que juntan a diario por las ventas les sirven para subsistir con su alimentación, el pago del alquiler del departamento donde viven en la calle Gómez Rendón y Guerrero Valenzuela (sur), además del traslado diario que realiza en una camioneta para llevar y traer sus productos, y otras necesidades.

A lo largo de los 30 años que lleva en Guayaquil, él con su esposa se han dedicado a vender inicialmente queso y luego más productos manabitas en el antiguo mercado de la Pedro Pablo Gómez, después en Sauces 9, y siguieron visitando ferias barriales en el suburbio, Mapasingue, Primavera 1 (Durán) hasta los últimos años en que se han ubicado en la av. 25 de Julio.

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Antes, Mauro tuvo otros emprendimientos en temas de ganadería y un local de abastos y ferretería, donde se presentaron complicaciones, y luego fue chofer en la Amazonía para actividades de proyectos petroleros.

“Yo como trabajaba en el Oriente como chofer le mandaba el dinerito (a su esposa) para que se sirva y ha estado recogiendo y se venía con queso manaba a Guayaquil”, recuerda el hombre sobre los inicios en el Puerto Principal por seguir los pasos de su amada esposa.

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Esta semana, el cabildo entregó una carretilla para que la pareja exponga de mejor manera sus productos.

El hombre aspira a poder seguir laborando con tranquilidad y que le ayuden con un techado más amplio, para que en caso de lluvias no sufrir con el agua que afecte los bocados que ofrece a su clientela.

“En Guayaquil hay forma de trabajar, hay amplitud, uno buscando se trabaja, se sobresale, me he dado cuenta de que Guayaquil es un paraíso de trabajo, cualquier persona viene de cualquier parte y aquí se trabaja el que así lo quiere”, remarcó el hombre.

Luego de conocerlos más en redes sociales, algunos usuarios pasan y gustosos compran los productos que ofrecen a precios bajos, desde $ 0,50 hasta $ 3 aproximadamente. (I)