Una pizzería, un local de dulces y otro de hamburguesas se asociaron para contratar de manera conjunta el servicio de guardianía privada en la calle Circunvalación Sur, de Urdesa central. Allí, el custodio está pendiente de los movimientos de la zona para alertar de algún evento sospechoso a la central de la compañía y también a la Policía, con el fin de prevenir riesgos entre los clientes y propietarios.

El pago mensual de $ 1.500 por este servicio es compartido entre los tres negocios. Esta es una de las nuevas maneras ideadas entre los negocios que laboran hasta horas de la noche para seguir empujando la reactivación de sus actividades en Guayaquil, a pesar de los problemas de hechos delictivos que se suscitan en distintos puntos de la urbe.

Desde este año, los distintos establecimientos comerciales, incluyendo los de entretenimiento, han retomado al 100 % sus actividades con la liberación de aforos y menores riesgos frente a la pandemia de COVID-19. Sin embargo, ahora se enfrentan a los problemas de seguridad. Por este tema, el Puerto Principal está incluido en la declaratoria de estado de excepción con toque de queda en las parroquias Ximena y Pascuales.

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La Cámara de Comercio de Guayaquil, a través de su presidente, Miguel Ángel González, registró que en el 2020 los bares, restaurantes y discotecas fueron actividades altamente afectadas por la pandemia. En el 2022 se ha evidenciado una mejora; sin embargo, en el actual panorama, las ventas aún se encuentran un 69,5 % por debajo del nivel prepandemia.

Ante la situación que se vive en la ciudad, González mencionó que han conocido sobre socios de actividades de entretenimiento que toman varias medidas, como invertir en guardianía privada, sistemas de seguridad y también disminuir el tiempo de atención, dependiendo del sector donde se ubica el negocio.

Justamente, Jorge Villacreses, presidente de la empresa Cuport y de la Cámara de Empresas de Seguridad Privada (Casep), mencionó que los locales que operan en horario nocturno han incrementado sus solicitudes de servicios de custodia en un 40 %, principalmente los de atención al público en servicios alimenticios; en ellos están comprendidos restaurantes, supermercados, pastelerías y otros más.

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La compañía Cuport, por ejemplo, tiene alrededor de diez sitios tipo restaurantes o locales de comida de un total de 45 puntos que monitorean durante el horario nocturno, según cuentan sus delegados, que realizan rondas continuas en cada uno de los sitios.

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Ante alguna emergencia, el custodio, que tiene su arma de dotación, se comunica con sus compañeros para el arribo de unidades de la empresa de seguridad privada, en paralelo con el reporte a la Policía.

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“Algunos locales dispersos por las ciudadelas Urdesa, Ceibos, y otros en vía a la costa, nos han solicitado tener seguridad desde que abren los locales, desde las 17:00, hasta las 23:00 o 00:01, dependiendo de la hora de cierre. Y estamos teniendo muchas cotizaciones (para empresas) que están llamando a consultar”, comentó Villacreses, quien sostuvo que la ciudadanía ahora prefiere concurrir a un sitio que cuente con guardia en lugar de otro que no tenga.

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En el sector de la avenida Víctor Emilio Estrada, principal arteria de Urdesa, varios guardias privados se mantienen vigilantes ante cualquier movimiento inusual en los exteriores de cevicherías, locales de venta de yogur, restaurantes, entre otros.

Incluso hay un bar que tenía custodia en horas de la noche y que ahora ha requerido que se brinde resguardo desde que se da la apertura, en las mañanas.

En paralelo, muchos negocios buscan activar botones de pánico que están conectados con la Policía, para alertar de novedades o actividades sospechosas; e implementan otras medidas, como aumento de cámaras de seguridad.

En Urdesa, varios locales cuentan con guardianía privada hasta que culminan sus operaciones en las noches. Inspectores de una compañía privada verifican el desempeño de los guardias en cada uno de los puntos donde brindan servicio. Foto: El Universo

En bares de la zona rosa y cerro Santa Ana, a su vez, varios de sus propietarios han sentido el descenso de la concurrencia de ciudadanos en las últimas semanas y, asimismo, tratan de implementar medidas preventivas de seguridad para sus clientes.

Baja concurrencia en últimas semanas

A diferencia de semanas atrás, cuando se mantenía una tendencia al alza de sus actividades, en la zona rosa varios representantes de bares contaron que tienen una escasa concurrencia de personas, sobre todo de lunes a jueves; mientras que los viernes y sábados hay un alza del 30 % y hasta sobre el 60 %.

En el bar Praga, su dueño, Pedro Cárdenas, señaló que tratan de incentivar la llegada de gente con combos y barras libres; pero de lunes a jueves la concurrencia se mantiene nula; el viernes sube al 10 % o al 20 %, y los sábados supera el 60 %. Para el fin de semana, además de las rondas policiales, dispone de guardianía privada para evitar novedades.

“La gente está asustada; no hay gente en las calles; la gente no quiere salir por tanto drama. Aquí no ha habido muertos ni asaltos, pero la gente ve (lo que pasa de manera) global en la ciudad y se exime de salir; solo salen los sábados (...). También puede ser por la situación económica”, agregó Cárdenas.

Para él, si la tendencia de los índices de muertes y delincuencia no cesa, seguirán las actividades con bajo movimiento, pese a los operativos y medidas de excepción que anuncien las autoridades.

En el bar Betannia, el administrador, Luis Tenesaca, agregó que del 100 % de actividades que iba marcando el negocio ahora han bajado al 60 % o al 70 % de lunes a sábado. Allí también toman medidas preventivas desde hace varias semanas. En el bar, actualmente, dos guardias se colocan en los accesos y una persona está al frente para mantenerse observando el monitor de cámaras de vigilancia. Antes, una sola persona se repartía entre esas funciones.

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Ante las actuales circunstancias, él contó que tratan de acomodar su personal con la reducción de clientela. Han tenido que prescindir de cuatro colaboradores: pasaron de diez a seis empleados.

Para Tenesaca, en ese sector del centro porteño también ha disminuido la concurrencia de clientes, ya que la mayoría proviene de zonas populares, como las parroquias intervenidas con el estado de excepción (Ximena y Pascuales), y prefiere evitar salir debido a los horarios del toque de queda. “Nos afecta, porque estábamos recién reactivándonos; y ahora, abajo otra vez. No nos deja despegar”, comentó el colaborador, quien resaltó que en esa zona no se han presentado actos delincuenciales en recientes semanas.

De su parte, Manuel Vélez, propietario del tradicional bar La Taberna y vicepresidente de la Asociación Cultural Cerro Santa Ana, comentó que adicionalmente esperan apoyo de las autoridades para culminar trámites de cumplimiento de tasa de habilitación que aparecen como bloqueados para ellos, además de la regularización de los locales con sus horarios de permisos y control de enganchadores en la zona. Esos factores, a más de las cuestiones de seguridad, él consideró que repercuten en sus actividades. “Como que queremos despegar y no podemos”, comentó.

En bares del cerro Santa Ana, como en La Taberna, se espera que se mejore la situación para que asista mayor cantidad de clientes. Foto: El Universo

En el cerro Santa Ana, en enero pasado se suscitó el crimen de un ciudadano de Países Bajos en medio de un asalto. Pese a ese caso y otros reportes de robos, el dirigente consideró esta zona como una de las más seguras, por tener recorridos de Policía de Turismo, agentes metropolitanos y guardias privados de la fundación Siglo XXI en distintos horarios. “Invito (a venir) al público en general. Aquí es seguro; se abre todos los días”, comentó el propietario, quien también consideró que la Intendencia y Municipio deben socializar y dejar claro con los locales sus horarios de funcionamiento para mantener el orden en la zona.

En esa zona, según Vélez, había cerca de 40 locales que operaban como bares, pero luego de dos años quedaron unos 23, y ahora siguen activos alrededor de 18. “Ahorita tenemos que seguir trabajando, aunque estamos en el limbo. Aquí para parar la olla uno espera el viernes o sábado”, dijo en medio del desolador panorama que se observaba la tarde del jueves anterior: era escaso el flujo de peatones en las escalinatas.

En el sector se promueven actividades culturales y también presentaciones musicales para que los visitantes permanezcan en los locales.

A nivel empresarial se coordinan distintas acciones con las autoridades, incluyendo la Policía, para enfrentar la problemática de la inseguridad. El pasado jueves, por ejemplo, la Cámara de Comercio de Guayaquil y la Gobernación del Guayas lanzaron una campaña a fin de incentivar la labor policial con descuentos y otros beneficios en locales comerciales que quieran adherirse a la iniciativa. (I)