Al arribar a su domicilio, a una joven se le acercó un hombre en moto. La amenazó con un arma de fuego y se le llevó un bolso con sus pertenencias. Su padre, Juan R., intentó evitar el atraco, pero se detuvo al ser apuntado por el antisocial.

Ese caso de asalto se reportó hace unas semanas en una de las peatonales de la Pradera 2, donde vecinos conviven con la preocupación y temor de transitar a pie por los robos que se registran periódicamente en esa zona del sur.

Bajo un incesante sol, la tarde del viernes último, algunos salían de sus viviendas con rumbo a sus trabajos o a la tienda cercana observando que no exista alguna persona sospechosa. En caso de ver a otra persona trataban de caminar apresurados o evitar dar mayores comentarios sobre la situación.

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Allí, Juan, padre de la afectada, mencionó que los robos se suelen dar entre las 15:00 y 17:00 cuando los vecinos o trabajadores se desplazan en salida o entrada a sus hogares.

Él, como otros vecinos, se mantienen en estado de alerta por estos atracos que se repiten con el uso de motocicleta, principalmente en la manzana D8. Ellos identificaron a un hombre. Esta persona es de tez morena, va en moto e incluso transita en zapatillas consultando sobre direcciones a personas que van en solitario por las peatonales y luego las amedrenta con un arma de fuego, cuentan los vecinos.

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“Estamos sufriendo con la delincuencia. Hemos hecho la solicitud para cerrar la peatonal, es una caminadera de gente consumidora de droga, no decimos nada porque nos pueden amenazar, lastimosamente estamos viviendo hoy en zozobra y a merced de la delincuencia”, indica el vecino Juan.

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Entre los vecinos, por medio de redes sociales, se mantienen comunicados para alertar a efectivos policiales, quienes llegan a la zona a los minutos siguientes, pero aún no se lograr aprehender al sospechoso.

Otras dos vecinas mencionaron que los problemas también se replican en un parque cercano donde personas ajenas al barrio optan por instalarse a consumir drogas.

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Ellas perciben el olor de la droga que llega hasta su vivienda y procuran activar una alarma comunitaria para espantar a esas personas. Es la única manera para poder hacer algo, dicen.

En callejones y parques se dan ciertos inconvenientes con consumidores de droga que son ajenos al sector. Andrés Bajaña.

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“Se entran a fumar, apesta enseguida se prende la alarma y se van”, señala Luz, una de estas vecinas que lleva décadas en la zona.

Otra vecina, Carmen, comenta que solía acomodarse en sillas afuera de su vivienda para distraerse con su esposo, pero a partir de la etapa posterior a la época más complicada de la pandemia procura evitar exponerse por los casos que escucha de muertes violentas que no suelen darse en la zona, sino en otras áreas cercanas.

En algunos puntos de las peatonales de la zona han dispuesto la instalación de rejas y cámaras por prevenir escenarios de delincuencia. Pese a ello, en determinadas zonas siguen los robos.

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De igual manera, los vecinos se organizaron para contratar dos guardias en horario nocturno en un estacionamiento público. Con ello, según vecinos, ha disminuido el robo de autos y sus accesorios. (I)