La restauración del estero Salado es uno de los anhelos de muchos guayaquileños y hasta de quienes no han nacido en esta tierra. Sin embargo, las puestas en marcha son pocas.

Este brazo acuático ha sido el más afectado por el crecimiento urbanístico de la ciudad, reduciendo su extensión y ‘acogiendo’ las descargas de quienes se ubican cerca.

El biólogo Joffre Lupera construyó con ayuda del fondo Emprende Ecuador Productivo, del Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca, un prototipo para remover sedimento y tratamiento de agua. La inversión otorgada fue de alrededor de 100.000 dólares.

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Wilson Quinde, el biólogo que sueña con el rescate del estero Salado a través de bacterias

El inventor señala que una de las motivaciones para realizar el prototipo fue poder superar un problema de inundación que afecta a una facultad de la Universidad de Guayaquil, entidad que laboró hasta 2014. Ante esto considera que con la extracción de sedimento ayudará a mantener un nivel bajo del agua que no permita su ingreso.

“Si yo saco el sedimento del pedazo que queda de Arquitectura y Economía, esa agua no me va a entrar allá sino que queda acá o si no también sirve como piscina y yo puedo mantener el agua que llega y otra vez la bombeo”, añadió.

Justamente selecciona ese tramo de unos 200 metros cuadrados porque allí existen compuertas de hierro que permiten el manejo del flujo de la marea.

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Prototipo para hacer limpieza del estero Salado. Foto: El Universo

El prototipo está compuesto de dos elementos. El primero corresponde a una draga y tanque de almacenamiento de sedimento con capacidad de tres metros cúbicos por hora. A través de unos ductos se libera el material hacia volquetas o compartimientos.

El segundo consiste en una planta de tratamiento. Con una bomba de succión se absorbe el agua y en compartimientos se la trata con diversos métodos. Lupera estima poder tratar cada media hora unos dos metros cúbicos de agua.

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“Según la necesidad del agua que se tenga yo le pongo carbón activado, zeolita, carbonato de calcio, bacterias, probióticos, todo lo que se puede hacer para evitar o matar ese contaminante o la sustancia líquida que perjudique a la calidad de agua”, añadió.

Calcula que en dos meses se podrá retirar el sedimento y tratar el agua, con niveles necesarios para descargar en cualquier acuífero, en el tramo que involucra a la Universidad de Guayaquil. Estima que necesitará entre 250.000 y 300.000 dólares, ya que también se deberán hacer estudios de batimetría, así como evaluar el estado de las compuertas metálicas, además del pago a especialistas.

“Lo que pasa es que la gente no sabe que eso es un acuífero natural que con el ir y venir de la marea toda esa agua debe cambiar y oxigenarse, pero como en la ciudad está todo eso, la gente no lo ha respetado y lo ha usado como cloaca”, indicó. (I)