Cumplió ocho meses, pero los médicos dicen que tiene talla de cinco. Le diagnosticaron anemia y desnutrición, condiciones que su abuelita aún no puede remediar pese a que consigue comprarle su tarro de leche y demás insumos semanales para mantenerlo.

El menor tiene por familia a su abuelita y tía materna. Y para ellos es un milagro que se mantenga con vida ya que cuando él tenía apenas 15 días de nacido su mamá y su papá fueron asesinados en el sector conocido como Punta Arrecha, en el sur de Guayaquil.

Desde ese momento su abuelita y su tía se convirtieron en sus madres y buscan cómo mantenerlo: limpian casas, cuidan niños, entre otras labores, para comprarle lo que necesita. Su familia solo lo llama ‘Bebé', pues no tiene nombre.

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El caso de ‘Bebé' es uno de los tantos menores que quedan huérfanos producto de las muertes por sicariato en Guayaquil. Solo en el 2022 se reportaron 1.443 muertes violentas en la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), entre ellos los padres del menor.

De esta cifra, no se tiene un registro exacto de cuántos huérfanos quedan por esos crímenes, detallan trabajadores sociales de fundaciones.

Doris Hurtado, trabajadora social del Cetad Bastión Popular, comentó que ha conocido al menos cinco casos de bebés que han quedado huérfanos por asesinatos. Y que el grado de vulnerabilidad con el que quedan estos menores es tal que algunos están enfermos a nivel físico y psicológico, además de otros problemas como incluso no haber sido inscrito como ciudadano ecuatoriano en el Registro Civil.

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En el caso de “Bebé” aún no le han puesto un nombre ni lo han registrado. Su abuela, quien prefiere mantener su nombre en reserva por miedo a represalias de sicarios, dijo que hay tres factores que le han impedido hacerlo: el desconocimiento del proceso, la falta de dinero e incluso por temor.

La familia del menor busca conseguir ayuda social para poder curarlo de la anemia y mantenerlo sano. Foto : Francisco Verni Foto: El Universo

“No sé qué trámite hacer, como la mamá murió no sé si inscribirlo como mío o con los apellidos de ella. Me dijeron que tengo que poner denuncia, pero no la puse porque temía que nos maten a nosotros también. Tampoco he tenido dinero, solo para comer”, lamentó la señora.

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Perdió a sus papás el mismo día

La abuela dijo que su hija buscó convertirse en mamá, ese fue su mayor anhelo. Y que el último día que la vio fue cuando salió al Guasmo sur a ver al papá del niño. “Me dijo: ‘Mami, ya vengo, ahí le dejo al bebé'. Yo le dije llévate a tu hijo; me dijo: ‘No, regreso rápido’”, recordó.

Al día siguiente la contactaron para decirle que la habían encontrado asesinada junto a su pareja. Sus cuerpos tenían varios impactos de bala. “Le pregunté al médico legista: ¿Cómo está mi hija? Señora, su cuerpo está llenito de balas”, indicó la mujer, quien desde ese momento se hizo cargo de su nieto.

“Yo dije: Dios mío, no voy a poder, cómo saco a este niño adelante. Me pidieron que lo regale, pero dije no, así sea con un arroz con huevo se va a criar con nosotras porque es lo único que me quedó de mi hija”, dijo la señora con tristeza.

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En otro centro de atención, en el norte de Guayaquil, otra trabajadora social que prefirió mantener su identidad en reserva indicó que también conoce un par de casos de menores que han perdido a sus padres en ataque de sicarios.

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Uno de ellos es una mujer que recién dio a luz y su pareja falleció en el ataque que se dio en una urbanización en la vía a Samborondón.

“Ellos tienen mucho temor de hablar sobre lo que les pasó y desconocimiento también, no saben cómo pedir ayuda porque hay mucha vulnerabilidad, creen que pueden ser atacados como lo fueron sus familiares e incluso muchos ni salen de sus viviendas, quedan con daños psicológicos debido a la situación de violencia que vivieron”, manifestó la profesional.

Julio César Goya, presidente de la fundación Juventud en Acción (JEA), comentó que han asistido estos casos en Guayaquil, incluso también en que los menores han sido heridos durante los ataques armados contra sus padres.

“Los perjudicados son los niños que se quedan sin sus padres y al cuidado de familiares que no pueden sustentar ni a sus propias familias en algunos casos”, manifestó.

Este Diario solicitó información al Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) para conocer sobre los bonos de orfandad que hay, si se tiene una cifra de los huérfanos por casos de violencia como el sicariato y si se les da un trato especializado. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición aún no se tenía respuesta. (I)