Los grupos de oración del movimiento internacional apostólico de Schoenstatt se congregaron en el santuario nacional, situado en el norte de Guayaquil, para la celebración del inicio del año jubilar.

La eucaristía fue oficiada por el sacerdote Eduardo Auza, la noche del miércoles 20 y con la presencia de adultos mayores considerados fundadores del movimiento en el país.

Fue la jornada del aniversario 49 de la bendición del templo, en 1972, a cargo del entonces arzobispo de Guayaquil, monseñor Bernardino Echeverría (+).

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Los fundadores, aunque otros faltaron por su avanzada edad y consiguiente vulnerabilidad ante la pandemia del COVID-19, se ubicaron en una carpa específica para minimizar el contacto con otros asistentes ante la situación sanitaria actual.

Carlos Darío Marcial, integrante del comité organizador, dijo que la misa marcaba el inicio de las actividades del Jubileo 2022.

"Al celebrar estos 49 años iniciaremos un año jubilar, donde nos prepararemos y habrá otras actividades que iremos informando", subrayó; comentó que en 1972 había unos 50 integrantes, que ahora son miles en cantones como Samborondón y Santo Domingo.

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La noche de la misa, oficiada en espacio abierto, delegados de grupos ingresaron con su bandera alusiva, incluso los de las diferentes ramas, como el movimiento internacional apostólico de Schoenstatt denomina a sus distintos grupos de oración.

Los esposos Briz fueron los encargados de abrir el santuario nacional como signo del inicio de la celebración, marcada por el grito ¡Santuario, eres misión!

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Finalizada la misa, el templo estuvo abierto 30 minutos y los asistentes pudieron ingresar en grupos.

María Conchita Figueroa dijo que integra la rama de madres, que según las distintas "realidades de vida" hay grupos de matrimonios, de jóvenes, de solteros, entre otros. "Para mí el no estar vinculada con la Iglesia es como no tener vida espiritual", expresó la creyente.

Según registros históricos, el movimiento de Schoenstatt se inició en el Ecuador en la década del sesenta, por el apoyo del padre español Juan Fernández, que había llegado a Guayaquil. (I)