El gran incendio de 1896 que azotó a Guayaquil hizo que las autoridades de la época replantearan la forma de ejecutar las construcciones de inmuebles.

Días después de la tragedia, el Concejo Municipal aprobó la ordenanza de rectificación del plano de la ciudad y fábrica de nuevos edificios. En 1905, la Municipalidad expidió la Ordenanza de Construcción y Ornato, que establecía la presentación de proyectos arquitectónicos suscritos por un ingeniero, arquitecto o maestro carpintero registrado.

Se prohibió el uso de maderas en las fachadas, soportales y paredes de inmuebles civiles. En edificios públicos, este material quedó vetado.

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Varios arquitectos e ingenieros extranjeros llegaron a Guayaquil a inicios del siglo pasado, para edificar monumentos y viviendas de personas adineradas, importando estilos europeos en estas obras.

En esa época, explicó el investigador Florencio Compte, Guayaquil era una ciudad próspera debido al boom cacaotero. “Era considerada la ciudad más rica de América en relación a su tamaño, lo cual nos permite entender cómo y por qué se pudieron hacer estos edificios de gran complejidad y de enorme costo”, manifestó Compte.

Uno de los más brillantes profesionales en esa rama fue el italiano Francesco Maccaferri. Nacido en la ciudad de Cilavegna, en 1897. “Su padre, Giovanni, era capomastro, es decir, maestro mayor de obra, altamente especializado”, refirió Florencio Compte.

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Maccaferri se graduó de arquitecto en la Real Escuela de Bellas Artes de Milán, en 1921, y un año después, de profesor de Dibujo en el Real Instituto de Bellas Artes de Bolonia.

En 1922, su maestro Piero Portaluppi lo alentó para que participara en el concurso de proyectos para el Palacio Municipal de Guayaquil, del cual salió ganador.

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Palacio Municipal de Guayaquil, obra de Francesco Maccaferri. Foto: Archivo.

Ya en Guayaquil fue contratado por la Sociedad Italiana de Construcción para la edificación del Palacio Municipal, en 1923. Para entonces tenía 25 años. “Para lo joven que era pudo llegar a hacer un proyecto de una enorme complejidad y madurez”, explicó Compte en una charla compartida a universitarios hace pocos días.

El palacio del Cabildo local recién pudo ser inaugurado en 1929, por la crisis económica que afectó en esos años al país.

Pero Maccaferri había participado de otras obras, como el edificio Janer y la casa Izquieta Pérez, que en 1924 ganaron el concurso de ornato organizado por el Municipio.

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El edificio Janer, en el centro de Guayaquil. Foto: Archivo.

Culminó las tareas de construcción de la iglesia San José, dedicándose a la fachada. También fue elegido para el diseño del muelle de la aduana, que iba a funcionar en Malecón y Olmedo, pero no prosperó.

El profesional italiano fue uno de los pioneros en utilizar el hormigón armado en sus construcciones. En ocasiones, los porteños, al no estar familiarizados con el material, seguían construyendo con madera, como fue el caso de la casa de la familia Aycart.

En 1927, Maccaferri abrió la que sería la primera oficina de un arquitecto independiente en la ciudad.

Funcionó por siete años en las actuales P. Ycaza y Baquerizo Moreno; luego se trasladó a 9 de Octubre y Los Ríos, sitio donde residía.

Diseñó los servicios higiénicos municipales de la plaza Centenario y para los trabajadores del mercado Central.

En 1930, Maccaferri fundó la primera Escuela de Arquitectura en la Universidad de Guayaquil. En el primer año de funcionamiento, la carrera acogió a nueve alumnos. Compte indicó que él impartía todas las materias, hasta que al siguiente año se incorporaron otros docentes. El arquitecto Héctor Martínez Torres fue el primer graduado, en 1938.

Francesco Maccaferri (de negro) con sus primeros alumnos. Foto: Cortesía.

En esa década, Maccaferri comenzó la transición de sus trabajos hacia una arquitectura moderna, dejando rastros de lo clásico. En el barrio del Centenario construyó algunas casas que mezclan ambos estilos.

Compte explicó que Maccaferri estuvo a cargo de la construcción de las primeras viviendas de interés social que se hicieron en Guayaquil, atrás del actual Hospital Francisco de Ycaza Bustamante, sur.

Algunas de las casi 50 obras que realizó Maccaferri en Guayaquil son la casa Guzmán, en Imbabura y Panamá, que en pocas semanas acogerá al nuevo Museo del Cacao.

También el diseño del hospital de niños León Becerra es de autoría del arquitecto italiano, manifestó Compte.

El edifico Cucalón, en Malecón y Villamil, es obra de Maccaferri, cuyo legado en Guayaquil, según Compte, debería ser más reconocido. (I)