Guayaquil vive una pesadilla. Vive escenas de película de terror, de desesperación. Además de los gritos lastimeros que claman afuera de las casas de salud públicas y privadas para que decenas, cientos de personas agonizantes sean recibidas para tratarse del coronavirus, los cuerpos de quienes han fallecido en los domicilios empezaron a ser arrojados en las aceras, en esquinas, portales o depósitos de basura, embalados.

Una periodista de televisión puso la tarde del domingo un mensaje de voz en un chat de comunicadores formado por la Gobernación del Guayas. “Tenemos una situación complicada por el hospital del Seguro (Teodoro Maldonado Carbo, en el sur), por el lado del centro de diálisis, por donde está la basura… Han dejado ahí los muertos, pensamos que es por coronavirus, porque nunca han dejado ahí...Necesitamos que nos auxilien…”, decía.

El audio se difundía dos horas después de que personal de Comunicación de la Gobernación diera a conocer que en ese chat ya no se debía notificar ese tipo de novedad, pues dos funcionarios estatales pasaban a manejar el tema de la recolección de cadáveres, por decisión del Comité de Operaciones de Emergencias (COE). Se dieron los nombres de Jorge Wated, del Banco del Estado, y Abraham Bedrán, del IESS.

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El problema del retiro viene desde hace más de una semana, pero la tardanza y el temor a contagiarse de coronavirus u otra patología ha causado desesperación y, entre el domingo y ayer, los cadáveres de personas fallecidas con síntomas del COVID-19 u otras patologías empezaron a aparecer abandonados en las esquinas. La crítica era que al llamar al 911 nadie daba solución y los cuerpos se descomponían por dos y hasta cuatro días de espera.

El domingo al amanecer, un cuerpo yacía, tapado con plásticos, en Escobedo y Padre Solano, centro de Guayaquil, junto a un recolector de basura. Ayer en la mañana se denunciaba la presencia de otro cadáver, ensacado, en Nueva Prosperina, en el noroeste.

Por la cantidad de muertos y la demora en los trámites, en los hospitales también hay bodegas de cadáveres. Así se refleja en fotos y videos.

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En otros casos, los fallecidos en las casas siguen en espera del retiro. Con la voz entrecortada, Estefanía Guerrero contó ayer que el cuerpo de su padre, Celso, quien falleció el sábado en la mañana, aún no había sido levantado. En su vivienda en la ciudadela Sauces 9, norte de Guayaquil, yacía el cadáver hasta el mediodía de ayer.

Estefanía relató que su padre tenía problemas respiratorios. El sábado llamó al ECU911 para pedir una ambulancia. Le dijeron que enseguida le enviaban. Nunca llegó.

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Su desesperación hizo que salieran a buscar una casa asistencial. En una clínica del norte no le permitieron el ingreso. Luego lo llevaron al hospital IESS de Los Ceibos, pero él llegó sin signos vitales.

“De ahí lo llevamos a la casa y un policía nos dijo que reportemos por el 911, que es el trámite menos corto. Pero no contestan, no me dan respuesta”, manifestó Estefanía.

Hasta el mediodía de ayer, el cadáver no había sido levantado. “Yo ya no sé qué hacer, el olor es putrefacto”, refirió llorando Estefanía.

Agregó que el pasado domingo cancelaron 400 dólares en el IESS por los servicios de cremación.

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No ha cifras de personas que mueren en sus casas por problemas respiratorios sin haber sido recibidos en casas asistenciales.

Ayer, el viceministro de Salud, Ernestro Carrasco, refiriéndose a la atención de la pandemia, dijo: “No nos sirve manejar estadísticas si la cadena de transmisión se mantiene”.

La semana pasada, la ministra de Gobierno, María Paula Romo, señaló que en tres días recogieron 100 cuerpos. En algunos casos, estos llevan hasta 72 horas sin ser levantados.

Al mediodía del sábado, pedían levantar el cadáver de Gustavo Logroño, de 77 años, quien vivía solo y falleció el pasado jueves en Padre Solano y Escobedo. Sus restos son los dejados la madrugada del domingo junto al tacho de basura.

A las 14:15 del sábado, se solicitaba que el personal correspondiente acuda a levantar el cadáver de Lorgia Santacruz, quien murió en el bloque 6 de la cooperativa Unión de Bananeros, en el Guasmo sur.

Al minuto, se reportó que José Luna tenía 9 horas de fallecido sobre un colchón en un inmueble de las calles 17 y Medardo Ángel Silva.

Mercedes Ávila falleció a las 20:45 del viernes en la urbanización Lago Capeira. Su caso empezó a hacerse viral a las 16:30 del sábado, pues hasta esa hora no habían ido a levantar el cadáver. La mujer vivía junto a 9 personas, dos de ellas consideradas de alto riesgo.

Evelyn Mazzini indicó que su tío Walter Olvera falleció el viernes, a las 20:00. “Estuvo enfermo desde anteayer (jueves), se llamó a los números de emergencia y solo dijeron que tomara paracetamol y no les importaron los síntomas que él tenía. Falleció ayer (viernes). Hemos insistido varias veces al 911 y la respuesta era que ya mismo llegaban. Ahora nos dicen que tenemos que esperar tres días para el levantamiento del cadáver”, expresó Mazzini.

En las calles Domingo Comín y Juan Péndola, en el Guasmo sur, familiares de María Gonzaga esperaban el sábado por el levantamiento de su cadáver, fallecido horas atrás. Pese a llamar al 911, no obtenían respuesta.
El trámite de retiro y su costo es otro capítulo. (I)