“Ya viene el niñito jugando entre flores y los pajaritos le cantan amores”, cantaban niños y adultos de la comunidad de San Ignacio de la parroquia Charapotó, mientras las velas con las que alumbraban el paso se derretían calientes en las manos de los feligreses. Esto con motivo de su tradicional Alzada del Niño Jesús, llevada a cabo el sábado pasado.

El recorrido de 20 minutos por la única calle del poblado de unos 400 habitantes nos llevó hasta la casa de Ramón Ávila donde estaban felices con la llegada del Niño Jesús. Para demostrarlo, su familia brindó chicha de maíz, perfectamente fermentada y con sabor al pasado. Su composición voluminosa nos regresó a las fiestas infantiles de nuestro tiempo donde esta bebida era infaltable.

También sirvieron suspiros, huevos moyos y galletitas de almidón. Entonces la gente cantaba con más fuerza los villancicos, liderados por el Padre Panta como se conoce al rezador del sector.

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Galo Mero Demera, historiador y narrador de costumbres manabitas, fue el invitado especial al evento. Nos despedimos de la casa de don Ramón y la procesión sigue su camino entre la oscura calle, pasamos por la capilla, donde todos se persignan y llegamos a la única pista de cemento del sector.

La alzada del Niño Jesús es un acto revestido de religiosidad en el que buscan una conexión directa con el Niño Jesús, actividad que la inició Gloria García, una matriarca del sector junto con Daniel García y los jóvenes entusiastas de ese tiempo, que buscaban que la comunidad trascienda, hace 35 años.

La costumbre es rendir homenaje al hijo de Dios, lo hacen a finales de enero, cuando en otros sectores del mundo han culminado sus festejos navideños. Los infantes del sector son los grandes protagonistas. Ellos se visten como ángeles, Reyes Magos, Virgen María, san José y el Niño Dios.

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Los adultos acompañan el momento sublime que les brinda un regocijo que lo demuestran entre abrazos y felicitaciones y a los que llegan les sirven dulces bebidas y comida, mucha comida. Las nuevas generaciones ahora se encargan del evento y le han dado una fama inimaginable, narra Galo Mero.

Este año los organizadores: Rosita García, Mayra Demera, Fernando Valencia, Lisbeth García, Marlene García y Raúl Mero, hicieron un evento espectacular que gustó a locales y quienes llegamos invitados para compartir esta experiencia. Incluso arribaron delegaciones del cantón Marcelino Maridueña de Guayas atraídos por la fama del rito.

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La fiesta también recibió el apoyo de padrinos quienes ayudan a financiar el evento este año fueron Solanda Zambrano, Norma García Carlín Ávila, Humberto Matute, Familia Dután Lasso, Anita Carranza, Familia Montalvo Huacón, Jemy Fiallo y la familia Ávila García quienes luego disfrutaron de una fiesta de unión y hermandad.

Definitivamente la experiencia de San Ignacio es digna de resaltar. Talvez ellos no los sepan, pero no solo se trata de una tradición y bien puede ser un elemento de turismo religioso aprovechado para atraer visitantes, pues llegar a la pintoresca comunidad, por un vericueto camino rodeado de palmeras, pasar la noche en la tranquilidad del sector y compartir con las buenas personas que no saben cómo agradarte, es una experiencia digna de vivir. San Ignacio es religión y buena atención, agregó Carlos Cedeño, que llegó desde Marcelino Maridueña. (I)