Todo quedó registrado en un video y parece una película. Un interno de la Cárcel Regional Cotopaxi, en Latacunga, graba con un celular, cuya tenencia está prohibida allí, los instantes previos, un crimen a puñaladas y el desenlace posterior.

En la filmación se ve a decenas de internos vestidos de naranja. Luego aparecen dos agentes penitenciarios que salen por una puerta custodiando a otro interno. Enseguida, uno de los que está en grupo corre unos tres metros y le clava un arma blanca al hombre que salía con los agentes. Estos se retiran bajo las órdenes de un vestido de naranja. El atacante le clava más puñaladas. En el video se escucha decir: “Ya está, Cachete lo mató...”.

El desenlace: Darwin Corozo Camacho, de 40 años, conocido como Negro Jessy, es asesinado a puñaladas en el pabellón Dioses Griegos de máxima seguridad de esa cárcel, sin que los dos agentes penitenciarios hagan algo para evitarlo. Sucedió el martes a las 17:00 y la Policía identificó a los atacantes como Ariel C. y José R., señalando al hecho como un enfrentamiento entre las bandas Los Choneros y Los Cubanos.

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Es la sexta muerte violenta en las cárceles del país, otra ola de reclamos sin eco.

“Le echo la culpa al director porque tiene un oficio, un escrito para no trasladarlo porque estaba amenazado y se sabía que allá lo iban a matar. A mí me mandaron un audio desde la cárcel indicándome que lo iban a matar”, contó el miércoles Felicia Camacho, madre del apuñalado.

Corozo fue trasladado el viernes pasado desde el Centro de Privación de Libertad de Guayaquil, conocido como La Regional, donde permanecía desde noviembre del 2017, cuando fue detenido por el robo al blindado que dejó tres muertos en la Bahía. Eso ocurrió en agosto de ese año.

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Camacho dijo que hablaron la mañana del martes con el director de la cárcel de Latacunga. Les había dicho que lo iba a regresar a Guayaquil porque con una sentencia de 40 meses no debía tenerlo entre los más peligrosos. “Menos de 5 horas después, me lo mataron”, relató la madre del hombre que registraba trece detenciones. Ella ya perdió a dos hijos en similares circunstancias.

La mujer dijo pedir justicia porque a su hijo “lo mataron como a un animal y los guías no pudieron hacer nada”. Anoche lo esperaba para velarlo en la cooperativa 22 de Julio de la Trinitaria, sur de Guayaquil.

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El general Paulo Terán, comandante de la Zona 3 de la Policía Nacional, lamentó que dentro de las cárceles operen grupos delictivos: “Quiere decir que las mafias se contactan, sabían que él (Corozo) venía”.

Agregó que se coordina con el director del centro y la Fiscalía para que se autoricen requisas en el interior por lo menos una vez por semana. Hoy se dan cada quince días y han ubicado armas, drogas y celulares.

Lamentó que dentro de esa cárcel solo haya doce agentes penitenciarios para custodiar a alrededor de 3.000 internos. En el exterior está la Policía con 53 elementos.

La autoridad que regenta las cárceles no comentó nada el miércoles. Solo en un boletín, el Servicio Nacional de Atención Penitenciaria a Personas Privadas de Libertad dijo que ha dado facilidades para que la Policía y Fiscalía actúen, y calificó el hecho como “riña de bandas”.

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Otras muertes violentas en cárceles

El 12 de febrero, en Latacunga, murió con impactos de bala en la cabeza Francisco Coello, un expolicía de 36 años. El 18 de ese mes fue asesinado Ronald Alvarado, en el mismo cantón.

En el Cárcel Regional, situada en Guayaquil, murió Tonny Valencia con cuatro tiros en la cabeza, en enero. Y una disputa a bala entre dos bandas, el 15 de abril, dejó dos muertos y siete heridos, en la misma ciudad. (I)