La frase “dejar ir y dejar a Dios actuar” puede ser confusa. Pudiera parecer que se me pide entregar el control de mi vida a una autoridad externa; sin embargo, lo opuesto es verdad. Dejar ir y dejar a Dios actuar significa entregar mi identificación como ser humano al control de mi naturaleza divina.

En verdad, yo soy uno con la totalidad de Dios. Al dejar ir la necesidad de planificar mi vida de manera intelectual, mi sabiduría (interna y eterna) me guía sin esfuerzo.

Cuando dejo ir la necesidad de reconocimiento y aprobación, los sentimientos de amor y autoestima me llenan.

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Abro el camino para que las ideas espirituales fluyan para bendecirme, inspirarme y prosperarme. Al dedicar mi vida al Espíritu continuamente, siento cada vez mayor satisfacción y paz.

Salmo 37:5: Pon tu camino en las manos del Señor. (F)