Jamás falta una rosa en la tumba de Juana Rosa Julia Correa y Pareja, la niña de tan solo un año de edad que descansa en la bóveda n.° 308, la más antigua de lo que hoy es el Cementerio Patrimonial de Guayaquil. La menor fue enterrada el 13 de noviembre de 1831. No fue la primera en inaugurar el panteón de la ciudad porque, según lo relata el historiador Julio Estrada Ycaza, en la Guía Histórica de Guayaquil, tomo 2, “el cementerio estaba en uso por lo menos desde mediados de 1823”.


Precisamente ese fue el año de su fundación, un 27 de abril. Casi 200 años después, el camposanto se ha convertido en la escuela de un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico Superior Vicente Rocafuerte de la carrera de Hotelería y Turismo. Los jóvenes van acompañados por el historiador Fernando Mancero y el investigador Jorge Aycart, integrantes de la Fundación Bienvenido Guayaquil, y los profesores Iván Neira y Evelyn García. El propósito de la visita, que empieza en la puerta 3, es conocer sobre los próceres de la independencia como Francisco de Marcos, quien además fue vicepresidente de Ecuador entre 1843 y 1845. Allí hay una imponente estatua en honor a este político ecuatoriano. 

Mancero insiste en que el cementerio no solo reúne la historia de la vida política del Ecuador, allí descansan 18 presidentes, sino también de artistas como Julio Jaramillo, además de las esculturas de los italianos Pietro Capurro y Enrico Pacciani, cuyas obras son las más observadas por los estudiantes del Vicente Rocafuerte. Una historia que no fue arrasada por los grandes incendios de Guayaquil porque las llamas no alcanzaron las laderas del cerro del Carmen. El cementerio luego se extendería hacía la calle Julián Coronel . 

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Pacciani esculpió una de las obras más emblemáticas que luego fue llamada por los visitantes como “El beso del ángel”, que forma parte de la tumba de Celeste Graciela Castillo, hija de José Abel Castillo, quien fuera director de El Telégrafo en 1897. En su epitafio dice “vivió adorada, murió soñando”. 

Además fue el creador de otras esculturas en la tumba de Ismael Pérez Pazmiño, fundador de Diario EL UNIVERSO, quien descansa junto a su esposa, Herlinda Castro Santander, y en cuya lápida hay un juramento de su esposo que culmina con la frase “aún en la tumba te amarán mis huesos”, para Aycart este uno de los versos más hermosos que ha leído.

Mancero continúa la explicación a los estudiantes expresando que el cementerio recopila muchos hechos de la historia del Ecuador como cuando llegó en 1842 la fiebre amarilla. Aycart ha denominado el área donde están los familiares de Vicente Rocafuerte como el pabellón amarillo porque algunos de sus familiares murieron víctimas de la peste. 
Otros de los puntos sobresalientes del recorrido y en donde los alumnos se tomaron varias fotos es el mausoleo en honor a Vicente Rocafuerte, que tiene forma de hemiciclo. 

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Un hecho interesante es también que en el Cementerio de Guayaquil hay un cenotafio en memoria del escritor ambateño Juan Montalvo. Aycart recuerda que el literato tenía un grupo de amigos cacaoteros en Guayaquil, quienes al saber de su muerte en 1889 dicidieron reunir el dinero para traer sus restos desde Francia. El cadáver del ensayista y crítico del gobierno de Gabriel García Moreno permaneció en Guayaquil desde el 12 de julio de 1889 hasta el 10 de abril de 1932, año en el que fue trasladado a su natal Ambato.   

Esta historia impresiona tanto a profesores como a estudiantes. Por eso Evelyn García se atreve a decir que el Cementerio de Guayaquil “es una glipcoteca llena de arte, historia, cultura de la ciudad. Realmente es un lugar que debemos conocer como guayaquileños”. 

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Con ella coincide Iván Neira, coordinador de la carrera de Hotelería y Turismo, quien aporta con otro detalle muy interesante sobre los protestantes y el Cementerio General. En la etapa número uno  hay un área que es para los ateos, la cual es descrita por el historiador Julio Estrada Ycaza.
 “Con el fallecimiento en Quito de Edward St. John en 1866, encargado de negocios de Gran Bretaña, las autoridades eclesiásticas se negaron a que sea enterrado en el cementerio porque su uso debía ser exclusivo para los católicos, apostólicos y romanos, que no debían estar expuestos a una posible labor proselitista de los vecinos de tumba”.


Este antecedente ya se había previsto en Guayaquil en 1856. Para 1887 se menciona el Cementerio de los Protestantes, que estaba construido a 200 metros del Cementerio Católico, “distancia que podía considerarse suficiente para que no hubiese contagio póstumo”.  


Aprender esta parte de nuestra historia ha sido muy útil para los estudiantes Ana España y Steven Paladines, que esperan en un futuro convertirse en guías turísticos en la llamada Ruta de la Eternidad del Cementerio Patrimonial de Guayaquil. 



Datos

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El suelo original del Cementerio de Guayaquil tiene baldosas similares a un tablero de ajedrez, en blanco y negro, el cual tiene el mensaje de la vida y la muerte, del bien y el mal, a la vez que nos recuerda la enorme influencia mazónica en Guayaquil, en especial en la época de independencia, según el historiador Fernando Mancero.  


El Mausoleo Ycaza Gainza es el más antiguo del Cementerio de Guayaquil, data de 1856.

La segunda bóveda más antigua es la No. 309 del año 1834.

En el camposanto destacan los estilos arquitectónicos grecoromano, neoclásico, barroco entre otros.

Recorrido


La Fundación Bienvenido Guayaquil trabaja desde hace tres años con colegios


Costo: Gratuito


Celular:  099-986-3259
 bienvenidogye@gmail.com

Destino Libre


Costo: Entre $ 60 y $ 35 (depende del número de turistas)


Contacto: 093-954-1858


El recorrido puede durar tres horas. Incluye hidratación
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