La desnutrición y la obesidad son los problemas de salud que más aquejan a Ecuador, según un estudio realizado en mayo del 2017 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

El origen, según se explica, es la malnutrición, que se produce por alimentarse de forma incorrecta.

A propósito del Día Mundial de la Alimentación, que se celebra cada 16 de octubre, médicos y especialistas en nutrición explican los factores que producen estas enfermedades y de qué manera se las puede prevenir siguiendo una guía nutricional.

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El estudio, publicado bajo el título ‘El impacto social y económico de la doble cara de la malnutrición: caso Ecuador’, se basa en una investigación con datos recopilados entre el 2015 y el 2016, que evalúan el impacto de la malnutrición en el país.

Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut-ECU 2011-2013), Ecuador, que tiene una población mayor a 17.000 millones de habitantes, registra el 8,6% de niños menores de 5 años con exceso de peso, mientras que en las edades entre 5 y 11 años, el índice llega al 29,9%, y en el caso de los adolescentes, hasta el 26%. Sobre la desnutrición, el índice sigue siendo alto, a pesar de haber bajado de 40,2% a 25,3%.

Onay Mercader, director académico de la carrera de Nutrición y Dietética de la UEES, máster en Ciencias Alimenticias, especializado en Bioquímica de la nutrición, explica que la obesidad se genera por el consumo excesivo de grasas y carbohidratos, que se presenta mayormente en niños de 8 a 9 años. La desnutrición no es otra cosa que la ingesta deficitaria de micronutrientes o energía, que se manifiesta más en niños menores a 5 años.

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Mercader explica que la forma de alimentarse del ecuatoriano se concentra en el consumo excesivo de arroz, papas, grasas, proteínas como la carne de res y de cerdo, y de frituras, incluido el verde en sus presentaciones de patacones y chifles.

“Los alimentos deben combinarse, pero de forma equilibrada y con las cantidades correctas, las personas generalmente no manejan una idea clara de las proporciones que deben consumir de cada grupo alimenticio”, dice.

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Para conseguirlo, Mercader propone comer cinco comidas al día en cantidades que no sean grandes. Para el desayuno recomienda consumir leche, cereales, que pueden estar presentes en las galletas, pan, tortillas de maíz, por ejemplo, y fruta entera, no solo en jugo. Para la media mañana sugiere una fruta y algo de cereales.

Luego, para el almuerzo no puede faltar la ensalada, que debe cubrir la mitad del plato. La mitad restante se debe compartir entre la proteína, que puede ser pollo, pescado, pavo o alguna carne roja, cuyo consumo debe ser de dos veces por semana como máximo; y cereales integrales como avena, cebada, arroz integral, entre otros. De igual manera, para la media tarde sugiere una fruta y algo de frutos secos.

Añade que para la merienda se puede repetir el menú del almuerzo, manteniendo la misma distribución de porciones. También se puede reemplazar la proteína por queso o huevo.

“Esta es una guía nutricional general, ya que cada receta debe armarse según las particularidades de cada persona. Los adultos mayores, niños, adolescentes o mujeres embarazadas, entre otros, no comen igual entre sí, es por eso que se recomienda acudir a un nutricionista”, comenta.

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Los cereales, según Mercader, aportan con carbohidratos complejos; los cereales integrales, con fibra y antioxidantes; las carnes, con las proteínas, y los vegetales y frutas, con micronutrientes: vitaminas y minerales.

Niños y mujeres embarazadas

Acorde con la Unicef, el tipo de alimentación que recibe una persona en sus primeros años determina su calidad de vida en la adultez, por lo que es importante tener una buena nutrición desde el embarazo, fomentar la lactancia materna y regular los alimentos que deben consumir los niños.

Según el pediatra Iván Verduga, desde hace 20 años se comenzó a implementar en la alimentación de una mujer embarazada y un recién nacido la Teoría de los 1.000 días, considerando unos 280 días durante el embarazo y 700 más que abarcan más o menos los primeros dos años del niño.

“Esta consiste en llevar un control de las tres comidas que en el día no pueden faltar tanto para la madre embarazada como para el niño: desayuno, almuerzo y cena, para que la nutrición sea de calidad y con las cantidades necesarias”, explica.

Para Verduga es fundamental que la madre esté consciente de que subirá de peso. “La madre sube entre 20 y 35 libras en su etapa de gestación. Estas se dividen en las siete libras que pesa en promedio un bebé, cinco libras de la placenta, de tres a cinco libras del líquido amniótico, y entre ocho y catorce libras por la grasa y proteínas que produce la hormona progesterona para generar la leche materna”, detalla.

“Cuando la madre no sube esas 20 libras, le transmite al bebé una malnutrición. El niño nace descompensado y la leche que produzca no va a tener la misma calidad”, añade.

El esquema nutricional en cuanto a las tres comidas es similar al sugerido por el nutricionista Mercader, con ciertas especificaciones. En el caso de la futura madre, Verduga recomienda ingerir las frutas peladas, sin la cáscara, y que durante el día haya una buena hidratación de agua y coladas.

En cuanto al bebé, aconseja que solo se alimente de leche materna durante los primeros seis meses. Paulatinamente se irán incorporando los alimentos, empezando con frutas y cereales y terminando con crustáceos. El consumo de snacks y dulces no puede ser excesivo.

“Es importante cumplir con los controles durante el embarazo y los doce primeros meses de vida del niño para monitorear su peso y talla”, aconseja el pediatra.

Consecuencias

Según el estudio de la Cepal y del PMA, la desnutrición da lugar a pérdidas de vidas en madres o niños al nacer, es la principal causante de mortandad en niños mayores a los 2 años y a largo plazo genera un aumento del costo en su proceso de aprendizaje.

Según Mercader, esto se debe a la falta de energía que se da por el deficiente consumo de carbohidratos o cuando el niño va a la escuela sin desayunar. “El cerebro funciona con energía, entonces al no haber la suficiente, el organismo muestra debilidad, cansancio, sueño y desconcentración”, explica.

En tanto, el problema de la obesidad, según Mercader, radica en el riesgo que corre la persona en desarrollar enfermedades metabólicas, hígado graso, diabetes, hipertensión, ciertos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, entre otras. Según el estudio, si las cosas siguen como están, para el 2030 el país tendría 26% más de fallecidos por sobrepeso.

Considerando a todo el país, se han realizado algunas iniciativas que buscan procurar una buena nutrición, por ejemplo, el semáforo nutricional que se implementó obligatoriamente en los alimentos y que con una etiqueta indica los niveles de azúcar, sal y grasa que la persona ingiere al comerlos.

Asimismo, y en el ámbito local, desde febrero del 2017, algunos colegios de Samborondón como La Moderna y el Liceo Panamericano, en alianza con La Sociedad Ecuatoriana de Cardiología, el Club Rotario y Catch Global Foundation, una fundación de Estados Unidos, participan en un proyecto que busca combatir la obesidad infantil con un programa escolar que propone aumentar las horas de actividades físicas y educar a los niños en temas de nutrición y del cuidado del cuerpo.

La propuesta se basa en una investigación realizada desde hace seis años por la Sociedad Ecuatoriana de Cardiología, en la que se determinó que el 60% de la población padece de obesidad y de afectaciones de diabetes e hipertensión, y que esto se debe a la mala alimentación y al sedentarismo.

Con los resultados de la investigación se buscó alianza con la fundación Catch, que ya contaba con un proyecto capaz de atender este problema y que en EE.UU. se ha aplicado en 10.000 colegios. (F)

Cuando la madre no sube esas 20 libras estando embarazada, le transmite al bebé una malnutrición, nace descompensado y la leche materna no tiene la misma calidad”.Iván Verduga, pediatra