Hay algo de espacio otra vez en la bandeja de entrada de Dios. Equipados con palos largos, un equipo de limpiadores extrajo ayer las oraciones escritas con que los visitantes del Muro de los Lamentos en Jerusalén tradicionalmente abarrotan sus grietas.

Dos veces al año, el rabino del Muro supervisa la recolección de miles de notas para garantizar que siempre haya espacio para más. Los documentos se entierran mediante un ritual en el Monte de los Olivos de Jerusalén.

El Muro de los Lamentos es un remanente del complejo del Segundo Templo que fue destruido en el año 70 d. C., está actualmente debajo de una plaza religiosa conocida por los musulmanes como el Noble Santuario y por los judíos como el Monte del Templo. (I)