Hacer un local donde todo sea amigable con la naturaleza es un proceso que ha empezado y que Juan Lebed Queirolo, dueño de la panadería Pandorado, aspira a seguir fortaleciendo. Alineándose a la tendencia mundial del cuidado ambiental y el desarrollo sustentable, festeja los 25 años de su negocio.

Juan, guayaquileño de 53 años, comenzó con la panadería en marzo de 1993. Compró Pandorado a familiares cuando el negocio ya tenía dos meses funcionando en la esquina de la av. Principal de Entre Ríos, donde se ha mantenido. Fue su primer negocio, se lanzó sin miedo porque contaba con experiencia de más de nueve años en venta y comercio trabajando en empresas de familiares.

La panadería fue la primera de La Puntilla; cuando empezó solo se observaba panaderos vendiendo panes en bicicleta.

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Empezó con seis productos: croissants, enrollados, panes dulces, minibaguette, baguette integral y largo. “Las recetas las mantenemos, se van agregando nuevos ingredientes porque salen nuevos productos”, explica.

En el sitio siempre se ha ofrecido pan listo para el consumo y también precocido; de esta última opción hay baguette, baguette integral, enrollado, roseta, baguette de especias, entre otros.

En 1993 había 16 urbanizaciones y 13.222 habitantes en la parroquia La Puntilla, según la Federación de Organizaciones Sociales de La Puntilla (Foslap).

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“La av. Samborondón tenía una sola vía de dos carriles, uno de ida otro de retorno, esta era una zona en desarrollo”, recuerda Juan.

Con el paso del tiempo, los clientes fueron aumentando, con ello debió ampliar las instalaciones y también la línea de productos. Así, cuenta con hojaldres, dulces, milhojas, sánduches, submarinos, entre otras recetas. A esto se suma, que en temporadas especiales hay dulces tradicionales como las guaguas de pan y rosca de Reyes.

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Mientras el negocio crecía, la competencia también aumentaba. “Ha sido para mí sana porque me ha ayudado a progresar”, afirma.

Actualmente, hay más de ocho panaderías. Juan asegura que nunca ha tenido que evaluar épocas buenas o malas, porque ha visto la fidelidad de los clientes.

“Aunque haya lluvia o feriados, siempre mantiene un nivel, si el cliente se va a la playa viene y se lleva pan precocido”.

En el año de aniversario se apunta a seguir manteniendo la calidad y promoviendo el cuidado ambiental. Se ha colocado un tacho de reciclaje para poner botellas de plásticos, se cambiaron los sorbetes y fundas de plástico por material sustentable. La motivación por esta iniciativa dice que la recibió de su hija, Roberta Lebed, que estudia un masterado de materiales de futuro, en Londres, en Central Saint Martins. “El futuro de los negocios debe ser con el objetivo de lo sustentable, pensando en el planeta y las futuras generaciones”, dice con entusiasmo.(I)

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