Reinaugurada en el 2007, la terminal terrestre de Guayaquil, en el norte de la ciudad, demandó una inversión inicial de 51 millones de dólares.

Ese monto fue financiado por varias instituciones, entre ellas, el Municipio porteño ($ 23 millones), la CAF ($ 14 millones), $ 10 millones con la titularización de flujos y $ 4 millones que aportó el Gobierno central de aquella época.

Eduardo Salgado, gerente general de la fundación Terminal Terrestre, mencionó que en junio de este año ese crédito ya fue cancelado con los fondos que genera la estación, construida en 1985.

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Los recursos de la terminal se obtienen de dos unidades estratégicas: de la estación propiamente dicha (60%) y del centro comercial (40%). En el primer rubro se consideran valores como la tasa de viajeros, de uso de andén, tarifas de parqueo de buses, de estacionamiento de carros particulares y de vehículos de cargas y encomiendas.

Mientras, el centro comercial genera ingresos por concesiones, más una alícuota de mantenimiento.

Los ingresos de la estación de donde salen viajes a nivel nacional e internacional subieron de $ 9,6 millones, en 2009, a $20 millones, en 2018.

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Salgado destacó que gracias al modelo de gestión autosustentable de la terminal terrestre en el 2015 se pudieron remodelar las rampas de los buses con una inversión de $ 5 millones.

Asimismo se invirtió un monto de $ 10 millones en la terminal satélite de Pascuales, inaugurada en el 2016.

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Las obras continúan en la terminal, que a diario moviliza un promedio de 65 mil pasajeros. En abril de este periodo se inauguró un área de descanso para los conductores de buses interprovinciales y cantonales que operan en la ciudad.

Paralelamente se ejecutan trabajos de asfaltado en el área de salida de los buses a sus respectivos andenes. (I)