Los cabellos de miles de personas han pasado por sus tijeras, también los de sus hijos. El ecuatoriano Claudio Lucas y el uruguayo Roberto Maidana son dos peluqueros que laboran en Urdesa, cada uno en su peluquería, que se sienten muy orgullosos de ser padres y que ven esta tarea como algo que se debe hacer con amor y firmeza.

Claudio es manabita y propietario de Lucas Barber Shop, en Víctor Emilio Estrada y Las Monjas. Tiene 71 años, pero aparenta menos. De su matrimonio con una manabita tiene siete hijos: cinco varones y dos mujeres (mellizas). De ellos tres han seguido sus pasos y trabajan en la peluquería Lucas Junior, en Samborondón, propiedad de uno de ellos, Juan Carlos.

Dice que sus hijos le tomaron gusto al oficio desde pequeños cuando él los llevaba a la peluquería y lo veían trabajar. Recuerda que ellos llevaban a sus amiguitos y con la ayuda de él les cortaban el cabello. Años más tarde siguieron cursos y se titularon.

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“A mi hijo le va muy bien en Samborondón", dice con orgullo y señala que de sus otros hijos uno es representante artístico, otro director técnico de fútbol de ligas menores, otro corredor de bienes raíces y una de las mujeres es profesora.

El peluquero que desde 1970 vive en Guayaquil y desde hace 28 años tiene el local en Urdesa, que compró con sus ahorros al igual que la casa en la ciudadela El Recreo, anota que gracias a Dios y a su dedicación tiene unos buenos hijos, respetuosos y muy unidos entre hermanos.

Claudio solo les corta el cabello a los hombres, también da masajes y limpieza facial. Dice que va a continuar en esa actividad hasta que pueda moverse y sus ojos no le fallen. “Ahora uso lentes, pero me los pongo cuando tengo que cortar cabellos que son muy finos”, cuenta el peluquero, quien tiene entre sus clientes a niños y adultos.

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Su vecino en la ciudadela Urdesa, Andrés Maidana, a quien no conoce y quien tiene el local en Las Lomas y la Séptima, donde atienda a mujeres, tiene solo una hija. Ella se llama Analía, tiene 25 años y ahora vive en Uruguay, donde estudia Derecho Internacional.

Con una amplia sonrisa dice que a ella graciosamente todos la llaman bebé, ‘pero ya está grandota’, y que las veces que lo visita se queda quince días y que él también la visita en el exterior.

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Analía viene una vez al año o él va donde ella vive y entonces también se encarga de arreglarle la cabellera. “Yo trabajo en su cabello, se lo arreglo y no es que a ella le guste mucho esto del oficio de la peluquería, pero sí le gusta tener su cabello bien arreglado y que lo haga yo”, cuenta con entusiasmo el peluquero de 54 años.

Está casado por segunda vez, su esposa es ecuatoriana y tiene tres hijos de su primer compromiso. Andrés vive desde hace catorce años en Ecuador, adonde vino por una invitación de un trabajo que hacía y que era muy aparte de la peluquería, pero después incursionó en esta rama que ahora tanto le gusta.

Se siente un padre amoroso, pero firme en la educación de su hija. Dice que considera que es muy difícil ser padre, en especial en esta época en que las parejas trabajan y los hijos se quedan solos por muchas horas.

“Creo que en lo que ahora debemos enfocarnos los padres es estar en más contacto con los hijos, prestarles más atención, dedicarles tiempo. La falta de los padres afecta a los niños, ellos sufren”, indica el peluquero. (I)

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Creo que en lo que en la actualidad debemos enfocarnos los padres es en tener más contacto con nuestros hijos, prestarles más atención, dedicarles tiempo”.Andrés Maidana