Subsistir en un país dolarizado como Ecuador no es fácil para los venezolanos que deciden quedarse aquí y probar suerte.

Con pocos recursos para sobrevivir las primeras semanas y sin un empleo fijo, una buena parte labora en la informalidad, en las calles. Allí buscan diversas formas para tratar de lograr unos dólares.

Y una de esas apunta a vender los devaluados bolívares de baja denominación como souvenirs. Unos los expenden en los buses urbanos y hasta en las unidades de la Metrovía.

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Suben con canguros de los que sacan fajos, que lograron traer de Venezuela. Reparten unidades de 10, 20, 50, 100 bolívares entre los pasajeros.

Los billetes impresos en el Banco Central de Venezuela están bien conservados, impresos entre el 2013 y 2016. En ellos aparecen personajes como Guaicaipuro, Luisa Cáceres, Simón Rodríguez, Simón Bolívar y Francisco de Miranda.

Después de un breve repaso de la difícil situación en Venezuela, que ha vuelto insignificante el uso de esos billetes, los extranjeros piden a cambio alguna moneda. El pasajero se queda con el billete.

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Dos jóvenes que llegaron a Guayaquil huyendo de la crisis venezolana suelen subir con fajos de bolívares a la Metrovía. Ellos ofrecen como ‘recuerdo’ la colección de cinco billetes por un dólar. Suman en total 680 bolívares.

Uno señala que es solo como un souvenirs, porque con eso no se puede adquirir nada. “Eso en Venezuela no alcanza ni para un caramelo”, dice.

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Por curiosidad o por ayudar, hay pasajeros que se animan a pagar $ 0,10 o $ 0,25 por los bolívares. Otros se deciden a comprar las funditas de colección. Si esos bolívares se cambiaran significarían menos de un centavo de dólar. (I)