Francisco Ricaurte, morador de la vía a la costa, se lamenta de que ya no ve muchas aves y árboles que antes había en cerros de la cordillera Chongón -Colonche, que pasa por la zona. Dice que desaparecieron por la explotación que realizan las canteras que operan en el sector, la que ha acabado con decenas de cerros.

Indica que en las caminatas que realizaba casi a diario podía ver cientos de loritos y otras aves de las que no puede identificar su nombre, pero que ahora ya no hay en tramos como el kilómetro 13,5.

“Ahí anteriormente se podía apreciar el verdor del cerro y escuchar el canto de las aves, ahora solo se escuchan las explosiones. Sí hay, pero son menos, ahorita es una locura la explotación. Ahorita se han acelerado más en la explotación. Las explosiones se dan hasta en la madrugada”, dice con preocupación el morador, quien habita ahí desde hace cuatro años y desde entonces ha enviado cartas a Diario EL UNIVERSO quejándose por el ruido, el polvo y los daños ambientales que se producen con el trabajo de las canteras.

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“Si usted se para delante de Mi Comisariato, verá que atrás ya no hay cerro, que ha desaparecido. Se lo comieron todo”, indica.

La explotación de los cerros se extiende desde el kilómetro diez hasta el 15, de esta se extrae y despacha roca caliza y lutita, el material que se extrae tiene fines relacionados con el área de la construcción.

La explotación se realiza sin que la pérdida de los árboles se compense con una reforestación, según señala un estudio realizado por la Universidad de Guayaquil.

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Las zonas que colindan con las canteras son de bosque seco tropical, que cuentan con especies de flora tales como ceibo, guayacán, guasmo, palo santo, compoño, Fernán Sánchez; y fauna con aves, reptiles, mamíferos, anfibios e insectos, señala Bolívar Coloma Valverde, director del Ambiente del Municipio de Guayaquil.

“Como todas las actividades humanas y económicas, la explotación de canteras tiene un impacto social, económico y ambiental. Un adecuado manejo de la actividad es lo que permite minimizar los impactos ambientales. La Dirección de Ambiente realiza controles a tres canteras ubicadas en la vía a la costa que están bajo su competencia ambiental, y cuando estas culminan sus actividades extractivas, en aplicación a la normativa vigente, se supervisa el plan de restauración forestal del área, que debe priorizar la siembra de árboles nativos”, indica Coloma.

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Sin embargo, moradores del sector coinciden en que esto no se cumple porque solo se da la extracción, pero no la reforestación.

Coloma dice que la Dirección de Ambiente actualiza y traslada la información sobre las unidades de conservación y áreas de importancia ecosistémica del cantón con la Dirección de Urbanismo y Ordenamiento Territorial del Municipio de Guayaquil, quienes a su vez por medio de la Unidad de Gestión Minera son los encargados de otorgar los permisos para explotación de áridos y pétreos.

“Es importante considerar que la regulación ambiental de canteras dentro de áreas protegidas y bosques protectores es manejada directamente por el Ministerio del Ambiente”, señala el funcionario.

Según datos del Municipio, en la vía a la costa operan 14 canteras, aunque esta cifra no cuenta con un censo oficial de las que operan en la zona, que podrían pasar de esa cifra.

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Rocío León Guadalupe, habitante de la ciudadela Portal al Sol, en el kilómetro 11,5 de la vía a la costa, también lamenta la desaparición de los cerros y de las especies que ahí habitaban, pero añade que a esta se suma el problema que a diario viven, y que es el polvo y el ruido que las labores de las canteras generan en la vía a la costa.

“Cuando nos vendieron nos dijeron que en cinco años ya se iban a ir las canteras, pero nos mintieron, porque siguen aquí. Ya llevamos viviendo aquí algunos doce años, otros diez, yo llevo siete y nada”, manifiesta.

Recuerda que son muchos los reclamos que han hecho los moradores de la vía, pero no ha pasado nada. “Yo como residente y me tomo el nombre de los demás moradores afectados, sabemos que esas canteras no van a desaparecer porque es un botín comercial, de las construcciones que se van a seguir dando en la zona”, cuenta.

Ella dice que del lado donde vive y están los cerros además pasa el gasoducto, que también suma un problema para el sector porque podría darse un daño mayor si ocurre alguna explosión.

Ella al igual que otros moradores coinciden en que las explosiones se dan todos los días a eso de las cinco de la tarde y además de perturbar la tranquilidad en algunos casos afecta las edificaciones. Los moradores esperan que se tome alguna acción en favor de la nauraleza de la zona y del bienestar de quienes habitan en los alrededores. Que se frene la contaminación por ruido y ambiental que ahí se da a diario. (I)

En el kilómetro 13,5, donde ya casi han acabado con el cerro, antes se podía apreciar el verdor del cerro, en la actualidad solo se observa piedra blanca”.Francisco Javier Ricaurte Vélez, Morador de la vía a la costa.