“Tuve cinco carros y nueve motos, vivía con mi mamá, comía bien, me iba bien”, recuerda Peter González, de 35 años, sobre cómo transcurría su vida como barbero en Maracaibo.
Desde hace un mes, Peter con otros cinco compatriotas se acomodan en una casa en Francisco Segura y la 23. Acá llegó con el dinero que consiguió de la venta de su última camioneta a la que no le podía seguir costeando el mantenimiento.
Con 20 años de experiencia en su oficio llegó por referencia de dos primos residentes en Guayaquil, uno le consiguió su primer trabajo en una barbería en la que ganaba $ 60 semanales. Eso ganaría sin gastar en un año en Venezuela, dice. “Envío semanal $ 5, $ 15, con eso ayudo a 8 familiares que no les alcanza el sueldo”. Que se los acoja de buena manera como migrantes ecuatorianos fueron recibidos allá es a lo que aspira. (I)