‘quien arriba a Guayaquil pronto se quiere guayaquileñizar porque el guayaquileñizarse huancaviliza y te guarece igual que un guayco de guayacán’. El trabalenguas o “guayalengua”, como ella le llama, es de la autoría de Karina Gálvez (Guayaquil, 7 de julio de 1964), poetisa, dramaturga y escritora, quien siempre está en múltiples actividades a la vez.
Escribe también canciones, una de ellas es Bienvenido a Guayaquil, que dice: ‘Hay un lugar en el centro del mundo donde el río se junta con el mar, en donde las horas se hacen minutos y sientes que allí te quieres quedar, es aquella perla que brilla en la noche, que se llena de jarana y amistad, con calor humano que te funde el alma con nuevos amigos de verdad, de llevarte por el manso río, el eco de la brisa te regala una sonrisa y el viento gritará: bienvenido a Guayaquil’. El tema tiene un ritmo muy pegajoso y por si fuera poco lo canta ella junto con Roberto Parra y se lo puede encontrar en YouTube.
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Karina, quien regresó al país después de vivir 30 años en Estados Unidos, es muy sensible y comprometida con la vida, de ahí que tiene canciones y poemas casi para todo tema: románticos, por la conservación del medioambiente, para niños, incluso sobre nuestra gastronomía, así hay poemas inspirados en la receta del caldo de bolas, por ejemplo. “Se trata de rescatar la cultura. La poesía puede ser un arma para mantener la historia de los pueblos, para que nuestro lenguaje tenga vigencia, para sacudir la conciencia social, para rescatar valores, tengo un poema en el que un feto le habla a su madre que lo quiere abortar, en otro topo el suicidio, topo casi todos los temas”, dice Karina, cuyos poemas están en varios libros y antologías e incluso han sido traducidos a diferentes idiomas. Se pueden encontrar algunos de sus trabajos impresos en antologías hispanoamericanas de poesía y narrativa publicadas en España, México, Chile, Bolivia, Rumania, Perú, Brasil, Canadá, Bulgaria, Eslovaquia, El Salvador, Reino Unido, Argentina y República Checa. Sus poemas, en su mayoría originalmente escritos en español, han sido traducidos al inglés, francés, italiano, rumano, eslovaco.
“Produzco bastante, tengo unos 300 sin publicar aún”.
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Tiene también una serie de poemas históricos, cuyo objetivo es enseñar la historia a través de la poesía. “Tengo sobre la Batalla de Pichincha, sobre la Independencia de Guayaquil, con datos históricos, fechas, quiénes pelearon, cómo peleaban, poesía que más que de inspiración requiere de investigación con el reto de hacerlo rimar, porque la mayoría de mis poemas son rimas”.
En 1979, a los 15 años de edad, escribió un poema que se convirtió en el Himno de la Mujer Adolescente, para el I Congreso por la Participación de la Mujer Adolescente en la Vida del Ecuador, organizado por la Comisión Interamericana de Mujeres. La vena poética le viene por su familia, su tío Arnaldo Gálvez escribió, por ejemplo, 444 páginas sobre cómo jugar ajedrez y la maestra Rita Lecumberri fue su tía abuela.
También escribe monólogos, uno de ellos fue sobre la violencia doméstica y se lo presentó en instituciones educativas.
Polifacética, conduce un programa de televisión y otro de radio en el canal y emisora de la Universidad Católica de Guayaquil. El uno se llama Mesa de análisis, que se transmite los jueves a las 20:00; se trata de media hora conversando con un invitado y se tratan temas variados como la diferencia entre un violín y una viola, sobre quién era Paganini, o por qué son tan caros los Stradivarius, por ejemplo. El programa radial se llama Artífice, dedicado a la agenda cultural y se transmite los domingos.
Con estudios de Economía y Turismo, prepara su primera novela, cuyo título será ‘La sobrina secreta del arzobispo’, sobre la vida de su madre, en la que una historia personal estará matizada por varias épocas de la vida del país. (I)
Textual “La poesía puede ser un arma para mantener la historia de los pueblos, para que nuestro lenguaje tenga vigencia, para sacudir la conciencia social, para rescatar valores”.