Cuando Susana Llibisaca Contreras (39 años) estaba en quinto grado de la escuela quiso hacerle un regalo a una compañerita. Y escogió dos rosados ratoncitos muertos a los que amaba y los introdujo en una caja pequeñita y, esta dentro de una más grande, otra más grande y una más grande, hasta obtener el regalo más llamativo de la escuela.

Se reunió tanta gente para observar de qué se trataba que cuando descubrieron a los roedores las maestras llamaron a su madre. Fue llevada a la dirección.

Esta fue una de las excentricidades infantiles de la científica que hoy labora en la Espol, desde hace ocho años y que tiene síndrome de Asperger, una condición dentro del espectro autista.

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Confiesa que hasta casi finalizar el colegio no tenía amigas, pero no era algo que le quitara el sueño. Es madre de dos pequeñas y contó su historia durante el conversatorio ‘Rompamos juntos barreras del autismo’, que organizó el lunes pasado el hospital del Niño ‘Dr. Francisco de Ycaza Bustamante’.

Adrián Guerra es poeta, tiene 24 años y el mismo síndrome. Recientemente se incorporó como biólogo en la universidad.

Durante el evento varias madres de niños con autismo contaron sus historias y desaveniencias en este difícil camino.

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Diana Arroba es madre de un niño autista de 7 años y reveló que varias veces las escuelas le han cerrado las puertas a su pequeño.

La activista María Lorena Espinoza, presidenta del Centro Psicoeducativo Integral Isaac contó que ella tuvo que estudiar la universidad para poder entender la condición de su retoño que hoy tiene 15 años y un autismo severo. “La mejor herramienta es el conocimiento, los profesionales son aves de paso pero los padres son permanentes, son ellos quienes tienen que prepararse”, dijo. El autismo es un trastorno neurológico que afecta la capacidad de una persona para comunicarse y relacionarse con los otros. Está asociado con rutinas y comportamientos específicos. (F)