Carla Bresciani nació en un hogar en el que se respiraba arte en todos los rincones. Desde pequeña su padre la llevaba a exposiciones artísticas y la inscribió para estudiar ballet, modelaje, música. Animada por todo este escenario estudió artes plásticas. Ha pintado murales en el país y en México con una conciencia muy ambientalista.

“Desde niña supongo que me comenzó la pasión por el arte. Tengo hasta un video en un programa en el que salí y me preguntaban: Karlita, tú qué quieres hacer cuando seas grande. Yo dije que quería ser artista. En ese momento no sabía de qué, pero con el pasar del tiempo me fui descubriendo”, cuenta Karla, de 29 años, mientras mueve sus manos como si estuviera dibujando las palabras.

Estudió Artes Plásticas en la Universidad Espíritu Santo, también en la Universidad Central y ha seguido varios talleres vía online.

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En México pintó seis murales en la Riviera Maya mientras vivió en ese país en un plan de intercambio que consiguió a través del Club Rotario, porque ella y su familia son rotarios.

“Estuve viviendo un tiempo allá en el 2016. Expuse en un museo, trabajé en el museo de la isla de Cozumel, ahí hice mi primer exposición. Me pasé por todo Quintana Roo, La Riviera Maya, en Cancún, en comunidades de Puerto Morelos, dando talleres de arte a niños con los que hicimos murales colectivos”, cuenta la también profesora.

“Cuando pinto trato de ver que tenga mucho la esencia del entorno, del sitio. Para pintar tengo que estar unos días previos conociendo el sitio para poder sentir la energía del lugar y poder plasmarla”, anota Carla, quien utiliza pintura acrílica, vinil, porque su tendencia es ecoamigable.

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Ella cuenta que también le encanta enseñar. El año pasado dio clases en el colegio Balandra, frente a Los Ceibos. También tiene un proyecto denominado Lab Art (Laboratorio artístico), que es generador de creativos para chicos que dicta en el país y lo hizo también en México.

“Con mi proyecto se trata de estimular a los chicos de manera creativa para que vayan pensando que el arte es algo cotidiano”, cuenta la artista, hija de un peruano y una ecuatoriana, ambos arquitectos.

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En Ecuador, pintó en Yasuní con el movimiento Yasunidos hace años cuando estaba el debate por la explotación de esa zona. Ha pintado murales en Manabí, Guayas y Machala. En octubre del año pasado empezó a colaborar con Mingas por el Mar, una ONG, a la que le propuso hacer murales con la basura que se recolecte en determinadas playas de la costa ecuatoriana. Ha realizado murales en Chanduy, Puerto López y en Monpiche, todos sobre la naturaleza marina.

Carla, además, creó el proyecto Mora Amarilla, que es un espacio de arte y música en Urdesa.

En el 2016 hizo un cortometraje en 3D que ganó premios en Japón y Francia, y estuvo nominado para el festival internacional de animación Chilemonos. (E)