Vestida de blusa y pantalón negro, Mercedes Cruz Cevallos oraba de rodillas contemplando la imagen de Jesús crucificado. Una que otra lágrima desbordaba en su momento de reflexión tras recibir la ceniza en señal de la cruz, símbolo del Miércoles de Ceniza.

Ella fue la primera fiel católica en liderar una de las ocho hileras formadas en los bajos del altar de la Catedral porteña. Allí recibió la ceniza (hecha de polvo y agua) de manos del monseñor Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil, quien presidió la misa de las 09:00 de la mañana de ayer.

Esta fiel llegó a agradecer por los años que Dios le permitió vivir a su madre, que falleció en diciembre a los 92 años. “Con la gracia de Dios ya ha bendecido a mi madrecita, aún siento una tristeza, pero darle las gracias por todo y seguir sobrellevando la vida que es tan dura, este dolor nunca se calma, quizá con el tiempo”, dijo.

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Como ella, cientos de fieles se congregaron a misas en distintas parroquias de la ciudad, en esta fecha que marca el inicio de la Cuaresma.

Durante la misa, el monseñor Cabrera pidió abrir el corazón de los fieles, sumarse a la reflexión, el ayuno, solidaridad y amor hacia el prójimo.

“Nuestra vida es corta hermanos. No es para angustiarnos, es para disfrutar, ¿cómo se la disfruta? amando y ayudando a los demás, evitando esos sentimientos que pudieran estar desgarrando el corazón”, dijo.

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La reflexión y recogimiento acompañaron la jornada cristiana. Muchos de los asistentes aprovecharon un espacio en sus jornadas laborales para darse el tiempo de fe, oración y asistir a cada una de las misas ofrecidas durante el día.

Brian Ruiz estuvo entre los jóvenes que portaban la señal de ceniza en su frente en la misa ofrecida por Cabrera.

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Él reafirmó que su sacrificio en estos días será asistir cuatro veces a la misa y pulir su carácter. Aseguró que la coincidencia con el Día del Amor y la Amistad reafirmaba el amor de Jesús por la Iglesia y sus hijos.

En cambio, Luz Álvarez llegó desde Metrópolis. Ella aprovechó la finalización del año lectivo para oír la misa junto a su nieto Adriano, de 10 años.

“Siempre lo llevo a misa todos los domingos, hay que guiar a la infancia para que luego sean jóvenes productivos no solo en los trabajos, sino en lo espiritual”, señaló Álvarez, quien espera seguir con la oración de viacrucis cada viernes hasta la Semana Mayor.

Antes de partir para realizar el mismo ritual en Pedro Carbo, Carmen López, catequista de la Catedral, reafirmó que este camino de 40 días previo al Viernes Santo se debe buscar la conversión y transformar el corazón de cada uno.

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“Debe seguirse el ejemplo de san Valentín. Vemos tantos divorcios en estos tiempos, hay que seguir ese signo de unión en pareja”, citó. (I)