Con siete alumnos, en un edificio que pertenecía a la Sociedad Hijos del Trabajo, en la calle Boyacá, del centro de Guayaquil, Abelardo García Arrieta comenzó con la escuela Abdón Calderón, en mayo de 1947, dando clases en unas habitaciones del piso alto de ese edificio y utilizando el área de juegos como patio de recreo.

Ese primer año terminaron siendo trece alumnos de edades entre seis y diez años, y él como único docente. Con el pasar de los años la escuela fue cambiando de casa; estuvo en la Kennedy, hasta que en 1985 llegó a Samborondón con 2.500 alumnos, convirtiéndose en la primera institución educativa en el sector.

Este colegio acaba de cumplir 70 años, el pasado martes 8. La celebración de las Bodas de Titanio se realiza durante todo este año lectivo con actividades por el Día de la Música, los juegos deportivos, una misa solemne oficiada la semana pasada por el arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Cabrera, y una sesión solemne en la que hubo una muestra donde se plasmó un recorrido histórico por las siete décadas que tiene esta institución educativa.

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A lo largo del año va a haber más actividades de aniversario con integración de estudiantes y padres de familia, conferencias de exalumnos, entre otras actividades; terminando con la Pastorela, una presentación artística que realizan por Navidad.

De la misma manera, el colegio Crear celebró 25 años de vida institucional el jueves 27 de julio, con una sesión solemne muy emotiva a la que acudieron exalumnos de las doce promociones, incluso varios de ellos participaron en un conversatorio en el que compartieron sus recuerdos, anécdotas y emociones. También acudieron maestros, personal administrativo y padres de familia.

“El cambio que más me ha dejado como loco es la cancha de fútbol, porque antes era de tierra y ahora se la ve increíble, el colegio está superbonito, es chiquito pero me gusta”, comentó Emilio Cordero, de la décima promoción de esta institución, quien además participó en el conversatorio.

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Crear es el único colegio en el sector que ofrece una propuesta que acoge a niños con síndrome de Down de manera integrada y con un formato académico especializado que permite a los alumnos de educación regular compartir aulas, actividades y deberes con los alumnos con esta discapacidad.

Otra institución que está de fiesta es el Centro Educativo Naciones Unidas (CENU), que este 24 de octubre cumplirá 45 años, por lo que también tiene previsto un cronograma de eventos por sus Bodas de Zafiro.

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Este también fue uno de los primeros colegios en llegar a Samborondón, en esa época cuando se habían construido recién las primeras casas, el Puente de la Unidad Nacional era angosto, solo tenía dos carriles y se cobraba 10 sucres en una caseta que funcionaba como peaje para ingresar.

Historia
A pesar de que el colegio IPAC tiene más años de fundación, en un momento de la historia este colegio y el Naciones Unidas se fusionaron y fueron creciendo a la par.

Esta relación comenzó en 1950, cuando el IPAC ya tenía tres años de fundación y estaba en el centro. A este colegio llegó David Gavilanes Velarde, el fundador del CENU, a trabajar como conserje.

Para David Gavilanes (hijo), actual director general del CENU, Abelardo fue un pilar fundamental para su padre en relación con la docencia, porque fue él quien lo vinculó con esta profesión, ya que una vez que se graduó de bachiller comenzó a trabajar como profesor de primaria del IPAC.

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La idea de crear el CENU se dio luego de un viaje a España, donde David Gavilanes (papá) acudió por estudios superiores. Cuando regresó, a los dos años y medio, estableció una alianza con el fundador del colegio Mariscal Sucre, que en ese entonces estaba ubicado en la esquina del parque Centenario. Allí comenzó el colegio Naciones Unidas, en 1972, con clases por las tardes y siete alumnos.

Para ese momento el colegio IPAC se cambiaba a la Kennedy, a un espacio más amplio, y debido a la relación de afecto entre estos directores fundadores, Abelardo le da la oportunidad a David (papá) de funcionar con el CENU, en el mismo espacio, por las tardes, y así fue por varios años, a partir de 1973.

El tiempo siguió su curso y la zona se volvió ruidosa y eso llevó a ambos centros educativos a buscar un nuevo espacio donde trasladarse, con un entorno tranquilo y en contacto con la naturaleza.

A esto se sumaron las protestas universitarias de los años 60 y 70, que según Abelardo García Calderón (hijo), quien desde 1974 es el director general del IPAC, interrumpían las horas de clase.

“Recuerdo haber visto un grupo de chicos salir desesperados del curso porque habían botado una bomba lacrimógena ahí adentro, entonces tanto el IPAC como el Naciones Unidas buscaban adónde irse, entonces don Abelardo vio este sector de Samborondón como un futuro polo de desarrollo”, añade David (hijo).

Es así como ambas instituciones llegaron al sector en 1985, pero ya de forma independiente. En 1994, el IPAC ya contaba con el área de secundaria y en 1995 con la sección de jardín de infantes. De la misma forma el CENU, que llegó con 500 alumnos, se amplió a primaria y preescolar, en ese mismo periodo.

Apostaron por la inclusión
Once años después llegó el colegio Crear a Samborondón. María Dolores Cedeño, quien junto a Irene Bjarner y Patricia González fundaron el colegio y actualmente es la rectora, cuenta que la institución comenzó con doce alumnos de prekínder, en 1992, en Kennedy Vieja.

Tanto Irene como Patricia tuvieron hijos con síndrome de Down, por lo que la idea también estuvo ligada a una necesidad personal de educar a sus hijos en un ambiente de integración, sin diferenciación de capacidades.

“Recuerdo que iniciamos en un espacio muy limitado, yo tenía diez alumnos, las sillitas, mesitas y repisas se veían como una casita de muñecas, era muy acogedor”, recuerda Josefina Rivera, quien trabaja en la institución prácticamente desde su fundación.

Ma. Dolores explica que como el colegio iba creciendo año a año, esto los llevó a ampliarse, y así llegaron a Tornero III, en Samborondón.

Actualmente el colegio cuenta con 300 estudiantes, teniendo un alumno con capacidades especiales por curso, que cuenta con docentes y espacios dirigidos a su atención, que sin excluirlos de la educación grupal los ayuda con refuerzos.

En la actualidad
Las tres instituciones han crecido no solo en el número de estudiantes, sino también en espacio. Es así como el CENU, que comenzó con una construcción lineal, en forma de L, hoy cuenta con una amplia infraestructura deportiva con gimnasio, piscina semiolímpica, ágora cubierta, cancha de fútbol y más.

De la misma manera, el colegio Crear acabó de inaugurar su cancha de fútbol sintética y además recientemente recibió una placa de Fedepal (Federación de Establecimientos Educativos Particulares Laicos) como un reconocimiento a sus funciones y aniversario.

El colegio IPAC renovó el área de preescolar, e inauguró un coliseo el año pasado, con capacidad para más de 2.000 estudiantes. (F)

Esta es mi segunda casa, siento que he estado aquí siempre.... me siento muy contenta con este aniversario, estoy orgullosa de trabajar aquí, donde me formé como profesora”.Mercedes Acosta, Docente del IPAC