La máscara del asesino Michael Myers, protagonista de la famosa saga Halloween (1978) es una máscara del capitán Kirk (Star Trek) a la que le quitaron las cejas, pintaron de blanco y le quitaron también las patillas. Las “uñas” de Freddy Krueger eran tan filosas en la vida real que la primera vez que el actor Robert Englund las usó se rasgó su propia mano y sangró, aunque luego aprendió a manipularlas para agarrar quesos de la mesa de comida de la producción.

Estos son algunos de los secretos detrás de las más icónicas películas de terror estadounidenses que son revelados por Netflix en los recientes episodios de su serie documental Las películas que nos formaron. Además de Myers y Krueger, otros invitados a este especial terrorífico son Jason Voorhees (Viernes 13, 1980) y Aliens (del filme dirigido por James Cameron en 1986).

Aparte de convertirse en exitosos clásicos del terror, que darían paso a numerosas secuelas, estas cintas también fueron la cuna de futuras grandes estrellas como Kevin Bacon (Viernes 13) y Johnny Depp (Pesadilla en la calle Elm, 1984), quienes entonces comenzaban con sus carreras en la actuación y, con el tiempo lograron abrirse paso con nuevas y diversas interpretaciones. Algo que, sin embargo, no funcionó para el resto del equipo de actores adolescentes.

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El documental también llama la atención sobre los bajos presupuestos detrás de esas cintas y cómo sus productores tuvieron que ajustarse y arriesgarse económicamente para sacarlas adelante. Ese fue el caso de Robert Shaye, el único productor que fijó su atención en el guion de Pesadilla en la calle Elm escrito por Wes Craven, quien llevaba promocionando su historia durante un año en búsqueda de financiamiento, pero sin éxito hasta que se juntó con Shaye. Tras el exitoso estreno, Shaye fundó la reconocida New Line Cinema, empresa que años más tarde acogería también la millonaria saga de El señor de los anillos.

A diferencia de las otras producciones, un detalle importante sobre Halloween (1978) es que su productor, Irwin Yablans, pidió no incluir sangre en las escenas e insistió en que el terror y el suspenso de la cinta se desarrollara desde “aquello que no ves”. Sugerir más que mostrar fue su fórmula para aterrar a la audiencia de esa época. Aunque primero tuvieron que resolver otro gran problema: conseguir suficientes calabazas en Estados Unidos durante la primavera. Tenían solo tres del tamaño que necesitaban para ciertas escenas, pero las demás calabazas que aparecen en la película son en realidad zapallos coloreados de naranja.

Irónicamente, Aliens (1986) comenzó su producción con un guion inspirado en la protagonista original de la saga, Ellen Ripley (interpretada por Sigourney Weaver), pero sin haber contratado aún a la actriz principal. Así, al haber dejado esa negociación para el final (porque James Cameron no haría la película sin ella), tuvieron que aceptar el salario que Weaver estableció para retomar su rol: $ 1 millón.

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Al parecer, la tensión y el miedo de estos filmes no se limitaron al producto final, el pánico también inundó a su equipo de producción en varias ocasiones. ¡Pero valió la pena!