“Lo primero y lo último que me dio mi madre fueron disculpas”, dice la protagonista de The Underground Railroad, Cora (Thuso Mbedu), mirando a la cámara con una expresión triste, de lamento. Podemos intuir que ese pedido de perdón nació de una madre que habría deseado traer a su hija a un mundo muy diferente al que entonces la rodeaba: vivir como esclava negra en una plantación de algodón en Georgia, Estados Unidos, siempre al servicio de sus amos blancos.

Este es el marco de la nueva serie dirigida por Barry Jenkins, ganador del Óscar por Moonlight, y producida para Amazon Prime Video, que se estrenó la semana pasada a nivel mundial y que se inspira en la novela del mismo nombre escrita por Colson Whitehead en 2016.

Avanzando en el primer capítulo, pronto sabemos que la madre de Cora huyó de la plantación de algodón y la abandonó allí, dejando a su hija con el sentimiento de ser portadora de mala suerte. Pero ¿cómo logró escapar? Durante una conversación sobre la esclava perdida, a la que consideran su mayor fracaso, los dueños de las tierras encuentran una posible respuesta en lo que aún les suena a leyenda: un ferrocarril subterráneo oculto en esa zona que permite trasladar a los esclavos que huyen en búsqueda de libertad.

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Las primeras escenas de la serie evidencian el horror de los castigos que recibían entonces los esclavos negros en Estados Unidos y cómo este dolor condicionaba su pensamiento hacia la obediencia, como única forma de vida posible.

Sin embargo, inspirado por Los viajes de Gulliver, Caesar (Aaron Pierre) está decidido a escapar de la plantación. “En esta parte, (el libro) habla de gigantes como Golliat y cómo por ser más grandes y poderosos deben ser malvados y crueles también. Cora, ¿vendrías conmigo? Debes entender que es el momento, aquí solo hay sufrimiento, mucho dolor y sufrimiento”.

Barry Jenkins, director de cine ganador del premio Oscar por 'Moonlight'.

Los siguientes capítulos (diez en total) siguen a los protagonistas en su anhelo desesperado por alejarse del padecimiento y la tortura que significó crecer como esclavos.

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En una entrevista con The Hollywood Reporter, Jenkins, de 41 años, dijo sentir que ha hecho tres historias en una: la primera, la historia de Cora Randall y su aventura por la libertad, pero que tiene sus raíces en la condición de esclavitud estadounidense; la siguiente, la historia que construye a través de esas escenas dolorosas y difíciles de ver; y finalmente, el relato que intenta recuperar a sus antepasados que fueron invisibilizados.

“El registro histórico los ha borrado sistemáticamente, pero incluso visualmente: hay muy pocos retratos, hay muy pocas fotos de nuestros antepasados. Pero aquí estoy yo con todas estas herramientas, todo este equipo, estos maravillosos actores y especialmente los actores de fondo, nuestros asesores que literalmente les estaban dando a mis antepasados cuerpo y voz. Entonces, además de hacer el guion que estaba frente a mí, a veces dejaba de filmar las escenas y simplemente giraba la cámara hacia nuestros actores”.

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Jenkins lanzó además en la plataforma Vimeo una colección de tomas que no utilizó en la serie, a la que ha denominado The Gaze, con una duración de 50 minutos.

La producción se grabó en 116 días, durante 13 meses, incluyendo el tiempo que cesó la filmación tras el brote de la pandemia de COVID-19.