La noche del viernes quedará atesorada en la mente y corazón de los más de ocho mil personas que se dieron cita en el Coliseo Voltaire Paladines Polo de Guayaquil, para escuchar, corear, llorar, gritar, bailar y hasta saltar las canciones de la banda colombiana Morat.

Cuando Juan Pablo Isaza, Juan Pablo Villamil y los hermanos Martín y Simón Vargas arribaron al escenario para interpretar su tema A dónde vamos, Guayaquil automáticamente experimentó un amor a primera vista, luego de casi dos años sin conciertos masivos (internacionales) por la pandemia del COVID-19.

El reencuentro no solo fue celebrado en las cuatro localidades –que estaban ocupadas en su totalidad–, sino también por parte de los cuatro músicos. “Ecuador, están siendo los primeros conciertos de nuestro año”, afirmó uno de los intérpretes, antes de lanzarse sin previo aviso No hay más que hablar.

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Este viernes Morat ofreció su primer concierto en el Coliseo Voltaire Paladines Polo, de Guayaquil. Foto: Ronald Cedeño Foto: El Universo

La fanaticada vivió las dos horas de concierto con una energía que la sostuvo hasta el último segundo; algunos portaban en la cabeza cintillos con la palabra Morat, otros prefirieron las gorras. Mientras muchos acompañaban el recital con unos inflables de luces, otros lo hacían con cervezas, hot dogs o agua para afinar la garganta. Sin duda, el comercio también tuvo su ganancia en este reencuentro.

Antes de regalar a su público una sublime interpretación de Primeras veces, Isaza lanzó una reflexión. “No hay nada mejor que las primeras veces… Guayaquil, nosotros somos optimistas de que aunque las cosas se vayan, no siempre las cosas se deben ir al carajo”, afirmó el bogotano, quien invitó al público a encender la linterna de sus celulares para acompañar la melodía de esta canción.

Juan Pablo Isaza, de Morat, en el primer concierto de la agrupación en el Coliseo Voltaire Paladines Polo. Foto: Ronald Cedeño  Foto: El Universo

Cuando llevaban tan solo cinco canciones tocadas, la agrupación agradeció por el caluroso recibimiento. “Gracias, Guayaquil, de verdad”, dijo Villamil.

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“Somos nosotros cuatro los más suertudos de estar con ustedes”, piropeó por su parte Martín Vargas, quien desde la batería y con una gracia única en el rostro tocó y cantó Mi suerte.

Juan Pablo Villamil, de Morat, en el primer concierto de la agrupación en el Coliseo Voltaire Paladines Polo. Foto: Ronald Cedeño  Foto: El Universo

A momentos su concierto aludía a un diario de memorias, pues para dar paso a algunas de sus canciones los cuatro músicos se alternaron para hacer reflexiones melancólicas y testimoniales. Tal como lo hizo Villamil, quien contó que el tema Enamórate de alguien más estaba basado en hechos reales. Pero fue Simón el que se robó los gritos de su fanaticada con unas palabras poéticas como antesala de Cuando el amor se escapa.

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Pero Simón resaltó en otras ocasiones también. Mientras los músicos hacían su trabajo en el escenario, él y su bajo estaban en lo suyo; admirarlo mientras sentía cada acorde con pasión solo reafirmaba lo contento que estaba con este espectáculo.

“Espectacular Guayaquil”, exclamó por su parte Villamil.

Simón Vargas, integrante de Morat, durante el primer concierto en el Coliseo Voltaire Paladines Polo. Foto: Ronald Cedeño  Foto: El Universo

Acorde con su estilo indie y folk, los artistas jugaron con algunos instrumentos en escena; guitarras, batería, pandereta, bajo, piano y hasta un hang drum tocado por Martín para Simplemente pasan. Pero el instrumento más emocionante fue el realizado con sonidos que emergían del público; como una ‘batería humana’ lo definió Martín.

Esta emoción elevó su curva al máximo, cuando Simón invitó a dos jóvenes del público a subirse al escenario. “Esto es un viaje con amigos… y en los viajes hay algo especial que termina comprimido en historias que uno cuenta... Y nosotros queremos un recuerdo de Guayaquil”, expresó previamente Simón.

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Martín, de Morat, en el primer concierto de la agrupación en el Coliseo Voltaire Paladines Polo. Foto: Ronald Cedeño  Foto: El Universo

Morat se echó a cantar sus recientes temas como Llamada perdida, Idiota, Porfa no te vayas o Cero; sus no tan viejas canciones como Presiento. Y sus primeros hijos musicales: No se va, Acuérdate de mí, Aprender a quererte o Cuando nadie ve.

Se despidieron dos veces, pues el ‘otra... otra... otra’ del público los trajo de vuelta al escenario, para, entre otras canciones, cerrar con su himno Cómo te atreves.

Los colombianos recordaron que este sábado será su segunda presentación en la ciudad; que también tiene todas sus localidades sold out.

Dicapo se la gozó

El cantante Dicapo (Diego Chiang) presentó sus temas como solista en la apertura del concierto de Morat. Foto: Ronald Cedeño  Foto: El Universo

También fue la noche de Dicapo; con su voz, movimientos y estilo hizo sentir al público en las Nubes, tal como lo dice en su tema lanzado hace tan solo unos días.

El cantante apareció en el escenario cuando el reloj marcaba las 19:43. Su outfit colorido iba de la mano con la propuesta sonora de sus canciones y con la energía que irradiaba desde la tarima.

Dicapo, la faceta musical en solitario de Diego Chiang, un artista de la nueva generación

El cantante Dicapo (Diego Chiang) presentó sus temas como solista en la apertura del concierto de Morat. Foto: Ronald Cedeño Foto: Ronald Cedeño

Su intervención arrancó con su tema Nosotros; luego prosiguió con Tantas cosas, canción que acompañó con unos movimientos sensuales que se conjugaron con Nubes, tema con el que cerró su actuación a la que le sumó sus espontáneos pasos y un sentido agradecimiento.

Diego Chiang, su nombre de pila, se la gozó de inicio a final; en los diez minutos que duró su presentación fue dueño del público que hasta ese momento se había congregado en el Voltaire. (I)