Lo que las palabras no pueden contar en la pantalla de los cines o de la televisión lo cuentan los gestos y por supuesto, la música. Las alegrías, las penas y la tensión de las acciones que narran una historia también se proyectan desde las melodías que conforman su banda sonora.

La más reciente película ecuatoriana Sácame a pasear fue la oportunidad para el productor y compositor quiteño Jason de la Vega de poder transmitir las emociones de esta trama por medio de las composiciones de su autoría. La cinta se estrenó en el 2016 en festivales internacionales de cine y en el país recién se inauguró el año pasado. Así que, tanto para quienes ya la han visto como para quienes no, todos pueden revivir o recrear los sentimientos del filme a través de sus melodías, las cuales se acaban de liberar en Spotify.

“Hacer música incidental (original score) para una película no es algo tan común en nuestro país”, explica el músico. “Al menos de lo que estuve investigando creo que es la primera serie de composiciones para cine que se sube a una plataforma digital, que es el medio donde varias generaciones escuchamos música”.

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Las composiciones creadas para Sácame a pasear revelan tintes electrónicos, que es un poco la impronta que identifica a De la Vega, reconocido también como guitarrista de la banda quiteña de rock Guardarraya, con más de 20 años de actividad, en donde también toca el sintetizador y de hecho produjo su último álbum, Me fui a volver.

“La producción del disco coincidió con la producción de la música de la película, por eso hay timbres que se parecen”, ilustra Jason.

Su vínculo en esta iniciativa de la cineasta y directora de la película, Micaela Rueda, fue orgánico, pues ambos se conocían desde sus años universitarios. “Había trabajado con ella en algunos documentales y otros proyectos audiovisuales. Nos conocimos en la universidad cuando estudiaba Producción, teníamos afinidad, cuando empezó el proyecto de la peli ella se acerco a mí”, recuerda el artista. “El trabajo de Micaela fue lindo, tiene una habilidad artística supergrande, pero su ego es todo lo contrario”.

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Es la primera vez que De la Vega colabora en un proyecto de este tipo, confiesa. “Sentía la necesidad de cultivar proyectos personales, y uno de ellos fue este trabajo”.

“Una de las razones por las que me tomé con mucho cariño las ganas de sacar este proyecto es que creo que la música incidental es como un paseo en el que solo vas hacia adelante y eso es maravilloso”, explica. “Cuando haces una canción vas regresando por ese camino, por el coro o por el gancho comercial. Hacer música incidental es recorrer un camino por el que no vuelves, vas construyendo a través de las emociones y las transitas sonoramente, y eso es un reto que involucra otro tipo de herramientas, es otra forma de jugar con la música y lo que quieres decir con ella”.

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Ese trabajo, dice, implicó ver la película “miles de veces” por escenas. “Y el reto fue componer de forma muy sencilla; de hecho, había visto algunas películas de cine independiente y me llamaba la atención que los productores y compositores que habían hecho la música lo hacían con pocos elementos, dos o tres, como un bajo, un teclado y una armónica, para toda una película”.

Así se preguntó si podía hacerlo. “Yo utilicé un teclado Rhodes, un piano electrónico de los 70 de donde salen muchas de mis composiciones. Le agregué otro sintetizador y guitarra y me dije ‘ya estoy’. Desde hace unos años estoy experimentando con música electrónica y me gusta mucho, entonces eso influyó también en ese proyecto”.



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