Dos guitarras de madera y un contrabajo parecerían una combinación insuficiente comparados con los parámetros actuales de la producción musical. Pero en manos de estos tres músicos guayaquileños esos instrumentos son capaces de llenar de ritmo todo un salón y animar a sus asistentes, quienes, como mínimo, al escuchar la música comienzan a mover su cabeza o manos para seguir el ritmo.

Dentro de un juego del universo, quizás guiado por el mismo espíritu improvisador del jazz, Carlos Hernández, Jack Franco y Luis Alberto Illescas se juntaron en mayo de este año (sin haber ensayado antes) para ser parte de la grabación de un video para una cantante francesa, y se complementaron de tal manera que la producción se viralizó en YouTube y ya tiene casi 300.000 reproducciones.

Sin planes todavía de formar un trío, solo decidieron volverse a juntar para tocar una vez más, y así una vez y otra vez hasta que (se dieron cuenta de que la pasaban tan bien) decidieron bautizarse como Sepia Jazz Trío, un nombre que se inspira en el tono de las fotografías antiguas y que también evoca nostalgia.

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“La primera novia que nos contrató para tocar en su boda nos escribió por Instagram (sepiajazztrio) y nos dijo que no quería ese jazz de ascensor. Dijo: ‘Quiero lo que ustedes hacen, ese jazz de las películas de Woody Allen’”, recuerda Hernández, guitarrista de la agrupación. Y desde entonces es una manera de explicar el estilo que tocan.

Para decirlo formalmente, se especializan en el gypsy jazz (jazz gitano) o también conocido como jazz Manouche, debido al lugar de nacimiento de su mayor exponente, Django Reinhardt (1910-1953). Para mayores referencias se puede pensar también en la época de El gran Gatsby (Scott Fitzgerald), en Louis Armstrong (1901-1971) y en el trabajo del Rosenberg Trio.

Hernández afirma que poner en escena ese tipo de música es un acto de rebeldía frente a las duras circunstancias que atraviesa el mundo hoy; y, durante los minutos que dura cada canción, refugiarse en ese pasado que recuerda inevitablemente a una época más feliz.

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“Era un tipo de música mucho más sincera”, añade Illescas, quien está a cargo del contrabajo. ”Al ser análoga y sin mayor producción, o los programas que existen ahora y todos los ingenieros de sonido, era básicamente una sola toma: lo que sonaba en ese momento era el registro que quedaba”.

Siguiendo ese estilo, consideran también cada una de sus presentaciones como irrepetibles, pues en cada sesión pueden surgir diferentes dinámicas entre ellos. Además, agregan una breve explicación de cada canción antes de tocarla. El conversar e interactuar con el público es parte esencial de sus shows. “Cuando ellos se conectan con nosotros, tocamos mucho mejor y no importa si son cinco personas o un auditorio lleno”.

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Hasta el momento se han presentado regularmente en Casal Català (Urdesa) y La Suculenta (centro de Guayaquil), y también fueron invitados a Quito para participar en el X Festival Django Ecuador, con invitados de otros países, como Argentina, Paraguay, Brasil y Colombia.

No son ajenos al jazz vocal. Han invitado, por ejemplo, a Vivianna Gómez y a Camila Pérez a cantar junto con ellos; y recientemente los ha acompañado Cristina Hernández.

En Instagram: sepiajazztrio

“A mí me sorprende, porque somos dos guitarras y un contrabajo, no tenemos un saxofón que podría destacar en un solo, pero el ambiente musical se llena. Y para mí la química de este grupo se resume en una canción de Duke Ellington que se llama It don’t mean a thing, if it ain’t got that swing. Y básicamente es eso”, concluye Jack, también guitarrista y el más joven del trío, con 18 años.

Para el 2022 no descartan organizar un espectáculo en un escenario más grande e invitar a una orquesta, muy al estilo de Tommy Dorsey y Glenn Miller. ¿Se apunta para viajar al pasado?

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