En 2019, Bad Bunny fue a Coachella, uno de los festivales musicales más grandes del mundo, con sede en California, Estados Unidos, a impactar.

Los gritos de orgullo por su idioma y su país de origen cobraron fuerza gracias al impresionante escenario que lo acompañaba. “El Conejo Malo es un hombre que sabe dar un espectáculo”, sentenció la revista Entertainment Tonight tras su presentación.

Ese mismo año, y justo antes del comienzo de la pandemia, el cantante de 27 años realizó varios conciertos como parte de la gira X100pre Tour, en un escenario de 360 grados diseñado por Xite Labs.

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“Nuestro equipo intervino con artes visuales originales y efectos de cámara en tiempo real para conseguir la experiencia inmersiva 360. Desarrollamos efectos de cámara interactivos utilizando Notch para integrar a la perfección a Bad Bunny en los temas visuales”, detallan en su página web. Este trabajo sumado al ritmo es la fórmula para la euforia en la audiencia.

El guayaquileño Omar Dimitrakis tuvo la oportunidad de ser testigo de ese despliegue de música y creatividad en uno de sus shows en Las Vegas. “No me gustaba, ni sus letras ni su estilo para cantar”, advierte. Sin embargo, al encontrarse por trabajo en esa ciudad, en un evento internacional con otros artistas reconocidos de la industria, su equipo de trabajo decidió asistir al concierto de Bad Bunny. “Yo apoyé y dije: ‘OK, vamos’”. Al llegar, consiguieron estar cerca del escenario y Omar los siguió, sin mayores expectativas del show. “Cuando salió, ¡eso fue un espectáculo!”.

“¡Qué gran artista que es Bad Bunny!”, afirma. El escenario donde se presentó giraba cada cuarta o quinta canción para estar frente a otra sección del público. “Eso fue épico, todos disfrutaron del show, cantaron y bailaron las canciones de principio a fin. Y luego de haber estado allí, dije: ‘No puede ser, este tipo es un crac”.

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Además, gracias a su ubicación, Omar pudo notar que el artista en varias ocasiones decidía romper el playlist ya establecido y sacar una canción diferente. “Cuando apareció Yandel, la rompió por completo. Percibí que se preocupa por tener a su gente extasiada, que su público esté al máximo nivel de energía y euforia con sus canciones. No puedo decir que soy fanático, pero sí lo sigo más, al igual que J. Balvin”.

Es probable que Omar repita la experiencia en noviembre, cuando el Conejo Malo aterrice en Quito para su espectáculo del Tour Más Caliente del Mundo, cuya preventa arrancará mañana.


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