Por años, la guayaquileña Sonia Manzano Vela ha encontrado en la palabra escrita un medio para expresarse sin limitaciones; en un vehículo que data de 1972 ha cargado poesías, novelas y un par de cuentos con los que se experimenta un viaje por las calles del dolor, la ironía (mucha), la sensibilidad, la memoria, el amor, el desamor y el sentir de las mujeres. “Mi identidad no está en una cédula de identidad; mi identidad está en lo que yo escribo”, expresa en diálogo con EL UNIVERSO.

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“Siento mucha responsabilidad, mucho respeto por lo que hago. Si hay algo que a mí me conmociona, espero transmitir esa conmoción a través de mis letras”, añade la autora tras ser homenajeada el pasado 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía.

Este amor tan profundo a la literatura dice que le fue heredado de sus antecesoras, como Ileana Espinel o Aurora Estrada y Ayala; y lo mantuvo ferviente con la lectura de algunos otros autores. Es por eso que defiende el hecho de mantener vivos a los grandes referentes de las letras ecuatorianas.

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Es muy importante que las jóvenes promociones recuerden que, si están donde están, es porque antes hubo personas que llegaron a ese sitio y las impulsaron. Yo soy muy amiga de la tradición; creo que la tradición es lo que alimenta al presente, que alimenta al futuro; y que se debe guardar gratitud de las personas que nos antecedieron”, declara.

La también ensayista y pianista es autora de doce poemarios, entre los que se encuentran Full de reinas (1991), Potente de corza (1997), Último regreso al Edén (2005) y Espada mordida por el humo (2015). Su libro Flujo escarlata (1999) ganó el Premio Joaquín Gallegos Lara al mejor libro de cuentos del año. Mientras que su novela Eses fatales (2005) es considerada la primera novela lésbica escrita por una ecuatoriana.

Tal como lo han hecho otros exponentes de su generación, se ha subido a la ola de las redes sociales para, entre otras cosas, exponer su trabajo y seguir el de otros. “Yo antes era conocida; pero, desde que estoy en las redes, mi popularidad ha crecido (...). La verdad es que esto me ha dado un gran impulso, además porque hay otras personas que se han preocupado por buscarme y de reproducir lo que yo he escrito”, dice.

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“Una es la Sonia Manzano antes de las redes comunicacionales y otra es la que está ahora. Estoy gozando de esta popularidad, porque me demuestra el afecto y la admiración que he conquistado en las nuevas generaciones”, añade la autora.

Manzano de algún modo se ha convertido en una cibernauta que también stalkea la obra de otros. “Yo no discrimino; yo leo todo”, afirma. Y es que su trayectoria también destaca por el impulso que le ha dado a jóvenes autores; y cuando algo no le ha gustado, ha optado por dejarlo en un cajón de los olvidos. No soy peyorativa; yo aprecio lo que se hace con ilusión, porque yo he visto mucha crueldad y se ha condenado a muchos autores al reconocer que no tenían valía sus composiciones”, subraya.

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Al mismo tiempo, invita a la empresa privada a apostar por las propuestas culturales locales. “Hay excelentes poetas en este país. [Somos] personas que valoramos mucho lo que se hace en poesía, pero lamentablemente vemos que un poeta difícilmente podría estar cobrando por su producción, o difícilmente le podrían estar pagando por su producción. Yo sí creo que el poeta hace arte por amor al arte”, defiende.

Su más reciente publicación, denominada La rosa que no vuelve, es una antología poética que recoge 49 años de su recorrido poético. El libro fue publicado el año pasado bajo el sello editorial El Ángel Editor. (I)