La Noche de los Libros, con la que tradicionalmente la Casa de América en Madrid precede al Día Internacional del Libro, celebró un encuentro entre autores latinoamericanos que presentaron a la capital de España como “el hogar lejos del hogar” y debatieron sobre si existe un idioma español global.

A esta velada acudieron anoche los escritores y periodistas Martín Caparrós y Michelle Roche, con la poetisa Raquel Garzón como moderadora, quien definió a esta ciudad como “una capital multicultural”.

Roche se mudó a Madrid para ser escritora un 27 de enero de 2015 y dejaba atrás una Venezuela en la que se acababa de aprobar que las Fuerzas Armadas Bolivarianas pudieran usar armas de fuego en las manifestaciones. En esta ciudad encontró una comunidad de más de 13.000 venezolanos, que en 2021 ascendía a 150.000.

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“Te hace sentir un poco más cerca de casa” reconoció, mientras hablaba de Madrid como un lugar que te abraza.

Tras años de residencia en España, considera que la Caracas que dejó atrás ya no existe. “Si hacía falta alguna otra prueba, el día de hoy salió la noticia de que Santiago de León de Caracas ya no se llama así, por lo que yo ya no soy caraqueña”.

Caparrós, sin embargo, confiesa que llegó por accidente, tras intentar sin éxito vivir en Barcelona en la década de 1980, pero su árbol genealógico lo ata a Madrid: su abuelo y su padre eran madrileños exiliados en Buenos Aires por el franquismo.

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“Para mí Madrid antes de venir era un lugar absolutamente mítico”, admitió, lo que achacó a las memorias que le relataba su padre. “Mi gran decepción cuando por fin llegué aquí era que toda la gente que me encontraba no eran poetas de la Generación del 27”, remató en un tono cómico.

Caparrós aprovechó el encuentro para leer un texto inédito, ¿Exilios?, que abrirá el nuevo libro del fotógrafo Dani Yaco sobre la diáspora argentina de los años 80. “Me negaba a llamarme exiliado”, reconoce en este escrito, “siempre me dio pudor, vergüenza, considerarme un exiliado”.

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¿Un castellano global?

Aun hablando español, el idioma supuso una barrera para estos extranjeros en sus primeros años en Madrid.

“Un día pedí un café y me tiraron, en tono seco, un ‘así no se dice. No se dice sírvame un café, sino póngame un café’. Me giré y le dije que en mi país las que ponen son las gallinas”, relató Roche.

Las particularidades del castellano en la España peninsular influyen ahora en sus publicaciones, lo que demuestra para Caparrós que “no existe un castellano global, hay un momento en el que decides escribir falda o escribir pollera”.

Si bien este autor se forzaba a escribir en "argentino", siente que esa ya no es su lengua nativa: “quiero escribir en mi idioma, pero ya no tengo muy claro cuál es”.

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El español es lengua oficial en más de veinte países y lo habla el 7,5 % de la población mundial, unos 591 millones de personas, según datos del Instituto Cervantes de España.

La distancia con sus países de origen hizo que descubrieran la melancolía y, en cierto modo, “la culpa por hacer una carrera y no luchar por lo nacional”, explicó Roche.

Sin embargo, Madrid se siente como un hogar para ellos, con tradiciones fáciles de adoptar. Para Roche, esa sería el vermut. (I)