Desde que rompe el espejo de agua y se sumerge en ese universo inesperado, desconocido y distinto en las profundidades de los mares mexicanos, Valeria Mas agudiza sus sentidos y prepara su cámara para enfrentarse a seres increíbles y mostrarlos al mundo.

Con su traje de neopreno, chaleco, cinturón de plomo, aletas, botas, tanque de aire a la espalda y su inseparable cámara, recorre desde hace 32 años mundos subacuáticos en los mares, arrecifes, archipiélagos y lagunas, donde la humanidad es ajena.

De aquella emoción infantil por la magia de fotografiar a la familia en la playa Troncones en el Pacífico mexicano, Valeria se convirtió en una profesional de la fotografía subacuática con numerosos premios a nivel nacional e internacional.

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Y el descubrimiento de un mundo nuevo y paralelo a sus 14 años en los mares, la llevaron a ser una buza técnica con certificación para poder bajar a mayores profundidades, instructora de buceo recreativo y fotógrafa profesional.

Ambas pasiones de su vida la sumergieron por el Golfo de México, el Mar Caribe, el Pacífico mexicano y el Mar de Cortés donde, con cámara en mano, registra la mayor cantidad de especies marinas que puede.

“Un mundo fantástico, lleno de seres loquísimos y coloridos, como esponjas fosforescentes y mantas que pasan, se te quedan viendo y te llegan al corazón, entonces ¿cómo sacarlo o cómo transmitir eso que viste en ese mundo maravilloso? (a través de) la fotografía”, dice la mujer de 46 años.

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El sonido de las corrientes marinas se mezcla con la respiración y con burbujas de aire encapsulado cuando se sumerge en fantasmagóricos barcos hundidos que pasan de ser una piedra gris a un espacio lleno de vida.

Con su fotografía muestra las alfombras de algas verdes, pardas o café, los corales, esponjas, anémonas, moluscos, crustáceos y miles de peces que conforman un espectáculo sobrecogedor.

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Se ha sumergido a las aguas del Sistema Arrecifal Veracruzano en Veracruz, al Mar de Cortés y a Cabo Pulmón en Baja California Sur, al Archipiélago de Revillagigedo en Colima, a la Laguna de Alchichica en Puebla, al Parque Nacional Arrecife Alacranes en Yucatán, a Zihuatanejo en Guerrero y, por supuesto, a Cozumel en Quintana Roo.

Una travesía de décadas que la convirtieron en Campeona Nacional de Fotografía Subacuática en dos ocasiones de la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas (CMAS) y le permitió participar en tres Mundiales de Fotografía Subacuática.

Un grupo de delfines en las costas de Veracruz. Foto: EFE

Sus imágenes subacuáticas han obtenido numerosos premios a nivel nacional e internacional y se han publicado en revistas como Architectural Digest, Amura, Especies, Archipiélago, Mexicanísimo y National Geographic en español, entre otras.

Nació en la capital del país, pero considera a Veracruz (Golfo de México) como su segunda casa por los espectaculares arrecifes que guarda en sus profundidades.

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Desde joven se interesó por la fotografía y en un pequeño baño, en casa de sus padres, montó un cuarto oscuro donde pasaba horas revelando e imprimiendo imágenes blanco y negro.

Sus primeras fotografías subacuáticas fueron tomadas con una cámara analógica, la Nikonos V y dos flashes SB105, luego estudió Comunicaciones, especializándose en cine.

Junto con otros entusiastas de la fotografía, fundó la Asociación Mexicana de Imagen Subacuática en 1999, pues -dice- la fotografía es una herramienta fundamental para generar cambios en la mentalidad de la sociedad y lograr un mundo más justo y responsable.

“Siempre hay esa sensación de maripositas en el estómago, te mueve el corazón a esos niveles, son lugares nuevos o impredecibles, es como volver a lugares que producen un gran sentido de apapacho, de tranquilidad”, afirma. (I)