Madrid (EFE).- “A las mujeres nos cargan la etiqueta del romanticismo como uno de los de los motores de nuestra vida, y yo creo que eso nos quita mucho tiempo y mucha energía y no nos ayuda nada”, afirma la escritora y periodista española Natàlia Romaní, autora de la novela La historia de la nostalgia (Catedral).

En una entrevista con EFE, Romaní asegura que, en la lucha entre el corazón y el cerebro, ella está “siempre a favor del cerebro”.”Ya sé que no es nada romántico, pero hay que ‘desromantizar’ nuestra vida y sobre todo la literatura”, explica.

Los dos ejes de su novela son un triángulo amoroso entre un profesor de una universidad norteamericana que está casado con Laura y una alumna, Sarah, y el viaje que esta estudiante emprende por los Balcanes desde Trieste (norte de Italia) de la mano del escritor e intelectual italiano Claudio Magris.

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A la hora de escribir la novela —afirma Romaní— “me he preguntado hasta qué punto se puede ser feliz cuando la felicidad de uno es a costa de otros, y también hasta dónde las emociones que hoy en día parece que mandan todo son las que tienen que acabar gobernando nuestra vida”.

Foto: Facebook.

El corazón está bien, déjalo latir, pero al final también podemos tomar decisiones racionales sobre las emociones, que era lo que esta novela intenta plantear”, añade.

De las dos protagonistas de su novela, la estudiante Sarah y Laura ―la mujer del profesor—, Romaní cree que “Laura es una mujer que lucha contra cosas terribles y consigue perdonar y ver al otro, y eso a mí también me parece interesante”.

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“Laura, que rechaza la pasión de entrada, no quiere tener hijos, lo hace de una manera muy definitoria, lo que es rotundamente moderno, no sé si feminista, pero la maternidad no nos define a las mujeres”, asegura.

Narrativamente, cartas, dietarios y notas ayudan a perfilar la historia de los personajes en un ámbito universitario norteamericano, porque “allí tienen una situación económica holgada y viven en un universo muy cerrado, donde existe el lujo del tiempo dedicado a la reflexión y al pensamiento”.

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La novela no está situada en un contexto feminista, no había pasado el #MeToo y hay que ser coherente con la época que estas contando, que es la que se vivió tras el atentado de las torres gemelas en Nueva York”.

El viaje a los Balcanes de Sarah es la otra línea de la novela, más filosófica y de ideas, un escenario que la autora conoce bien desde finales de los años noventa por haber vivido allí como parte de su trabajo para la Comisión Europea.

El personaje real de Magris, “que es un grandísimo escritor, sería el paradigma de un maestro de una Europa que él domina perfectamente y que describe muy bien en su libro Danubio”.