Alrededor del colombiano Pablo Escobar, el fallecido líder del cartel de Medellín, existen diversas historias muy singulares que con el paso del tiempo salen a la luz y llaman la atención de un gran público.

Aunque no todas han sido verificadas, muchas han se han vuelto muy populares. Como aquella que asegura que Escobar ordenó comprar un caballo blanco para convertirlo en unicornio, porque ese era el deseo de su hija Manuela, quien era su debilidad.

Para lograr que luciera como un unicornio, se le habría incrustado brutalmente un cuerno de toro en la cabeza y le pusieron alas de papel, pegadas sobre su cuerpo. El animal murió por una infección generalizada a los pocos días, esto según John Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, lugarteniente y jefe de sicarios de Escobar Gaviria, con 250 muertes confesas y 3.000 asesinatos planificados sobre sus espaldas.

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Velásquez contó esta y muchas otras historias sobre Escobar a través de su canal de YouTube, debido a que era un amigo íntimo, muy cercano al narcotraficante.

Velásquez en alguna ocasión habló sobre la devoción de Ecobar por su esposa Victoria Heano, la Tata, la debilidad por sus hijos Juan Pablo y Manuela, y los millones de dólares que gastaba en joyas y viajes para las reinas de belleza que llevaba a su cama y las fortunas que dejaba en los excéntricos obsequios para su familia, se indica en una publicación de Infobae.

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Uno de las anécdotas que narró en ese espacio fue que el Patrón se despertaba siempre cerca de las tres de la madrugada sintiendo un antojo irrefrenable: quería comer arroz con huevos. Popeye iba a la cocina, prendía el fogón y echaba cuatro huevos en aceite. Cuando comenzaban a freír, agregaba el arroz y los revolvía. Escobar lo comía con un vaso de leche caliente y dos arepas. Al terminar pedía un café con leche, muy espumoso: “batilo en licuadora”, ordenaba.

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La Navidad, una fecha especial

Para Escobar, la Navidad era una ocasión realmente importante y trataba que quienes estaban a su alrededor se sintieran felices en esta fecha.

Por ejemplo, durante un mes de diciembre, el narco mandó a construir más de 200 viviendas para la gente que antes habitaba en Moravia, el gran basurero de Medellín. También proyectó 50 canchas de fútbol y envió regalos para el arbolito para todos los habitantes de esa región. Lo llamaban el Robin Hood Paisa.

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Su ánimo de celebrar esta ocasión no se frenó ni cuando estuvo estuvo en prisión. Mientras permanecía en la cárcel de Itagüí, planeó una Navidad con una gran comilona. Esa vez fue su madre la encargada de llevar todos los manjares y la música.

Y aunque se dedicaba a complacer los deseos de muchos, los más importantes para Escobar siempre fueron los de su hija Manuela. La carta a Papá Noel de la pequeña se cumplía al pie de la letra, sin importar cuál era la petición de la niña.

Pablo Escobar y la pequeña Manuela. Imagen: Victoria Eugenia Henao – Editorial Planeta

Para graficar la devoción del narco hacia su hija, Juan Pablo Escobar o Sebastián Marroquín, nombre que eligió su otro hijo para empezar una vida en Argentina, contó que en alguna ocasión su padre llegó a quemar dos millones de dólares, solo con el objetivo de prender una fogata para calentar a la niña, que titiritaba de frío, mientras se encontraban en una guarida.

“Bajo la almohada de su hija ponía fajos de billetes del ratoncito Pérez por cada diente que se le caía. A los cinco o seis años, su padre le explicaba que tenían tanto dinero porque ellos eran mágicos, poseían un don que les hacía ganar decenas de millones en la lotería”, rememoró para El Mundo de España José Alejandro Castaño, autor del único libro dedicado a Manuela Escobar (Cierra los ojos, princesa).

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En otra ocasión, Manuela le dijo a su padre que le gustaban los arbolitos navideños con nieve, como veía en la televisión. Y Escobar trasladó a la hacienda Nápoles la máquina que hacía el hielo en su pista de patinaje en Medellín para cumplir el deseo de la pequeña.

La historia del unicornio, ¿verdad o ficción?

Relacionando con esta devoción de Escobar con su hija, Popeye difundió la historia del unicornio. El sicario lo aseguró sin titubear: “El pobre animal murió por la infección y lo tóxico del pegamento para las alas”.

Victoria Henao, la viuda del narco, permaneció en silencio durante años mientras la leyenda crecía, no obstante, en el 2019, con la publicación del libro Mi Vida y Mi Cárcel con Pablo Escobar (Editorial Planeta), contó la verdad sobre aquel día en Medellín donde se originó el mito del unicornio.

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La versión que comenzó a circular indicaba que el unicornio fue un regalo para el cumpleaños número cinco de la pequeña y no para Navidad. La familia de Escobar cree que este rumor tuvo como objetivo mostrar dos caras del capo: por un lado, su obsesión por su hija; por otro, su crueldad.

Henao narró en su libro lo que en realidad habría ocurrido.

El caballo para Manuela en su cumpleaños número cinco. Imagen: Victoria Eugenia Henao – Editorial Planeta

“Cuando Manuela cumplió cinco años, en 1989, le celebramos el cumpleaños en la Hacienda Nápoles. Ese día, Pablo asistió durante un rato y le regaló una yegua y su cría de color negro, pero la niña nunca los pudo disfrutar porque siempre había que correr a esconderse. De ese cumpleaños surgió una historia mentirosa que ha trascendido en el imaginario y al día de hoy muchos asumen que fue cierta”.

“Me refiero al famoso unicornio que dicen que Pablo le regaló a su hija. Qué locura. Llegaron a afirmar que Pablo ordenó que le clavaran un cacho (cuerno) en la frente a un caballo blanco y que le pegaran alas con grapas para que pareciera un unicornio. También dijeron que el animal había muerto por la infección que le causaron las heridas. No sé de dónde salió ese cuento atroz, pero lo cierto es que jamás sucedió”. (I)