Cuando la cámara se enciende y está frente a la pantalla, su personaje cobra vida. Es tajante, directa, polémica, y en ocasiones se la ha tildado de escandalosa. Sin embargo, cuando las luces se apagan y el show termina, el maquillaje se retira y emerge nuevamente la mujer sencilla que prefiere andar al natural; la madre dedicada y la esposa detallista que se inclina por la vida hogareña antes que por las fiestas nocturnas fuera de casa. Silvana Torres, la presentadora del programa de farándula De boca en boca, de TC Televisión, es totalmente diferente al alter ego que crearon para ella Marlon Acosta (director del programa) y Miguel Cedeño (+), ambos amigos personales de la Veneno, sobrenombre que emplea para la presentación de sus reportajes en televisión.

En su natal Milagro, cuando aún era una colegiala, soñaba con el día en el que se convertiría en periodista, un anhelo que crecía cada vez que veía en pantalla a su presentadora favorita. “Vengo de una familia sencilla pero con muchísimos valores, que siempre trataba de inculcarme cosas buenas, de engreírme, de darme amor, porque soy una mujer feliz. Me crie en un lugar disfuncional, porque mi papá se separó de mi mamá cuando estaba embarazada. Eso hizo que ella trabajara fuerte, que se esforzara, que me diera una buena educación y que me hiciera sentir a gusto en el hogar donde yo me crie, con mis abuelos, con mis tíos. Siempre quise ser periodista. Yo veía programas y jugaba con ser la animadora; siempre tuve eso en mí. Yo admiraba a Gabriela Pazmiño de Bucaram; ella era la presentadora de Guayaquil caliente (entonces SíTV)”, menciona Silvana, quien con su anhelo contradecía el deseo de su madre de tener una hija doctora.

“Yo le decía a mi mami que esa carrera era costosa; aparte, demandaba mucho tiempo y no me gustaba; aparte, no soy de las personas que hacen las cosas y las dejan a medias: a mí me gusta terminarlas, y hay muchas personas que abandonan la carrera. Entonces, mi mamá respetó eso. Y yo, en sexto año de colegio, para bien o para mal me enamoro. Conozco un chico por chat, por internet, cosa que ahora lo veo mal, lo veo terrible; pero siento que en ese tiempo no estaba tan dañado el mundo o la tecnología no era tan mala como ahora. Lo conozco, comenzamos a salir, éramos amigos, y luego ya me enamoré. Podría decir que fue mi primer enamorado, con el cual sigo ahora y le agradezco a Dios”, cuenta al referirse al inicio de su relación con Xavier Santamaría, su ahora esposo.

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Silvana Torres con su esposo, Xavier Santamaría, en su etapa de noviazgo. Foto cortesía

Su esposo, su apoyo incondicional

Tenía apenas 16 años cuando lo conoció. Él tenía alrededor de 24. Fue con el inicio de su noviazgo que la idea de trasladarse a Guayaquil para estudiar en la universidad se fortaleció.

“Se dio la oportunidad. En Milagro no había cupos para hacer el preuniversitario. Me vengo acá; acá tampoco había, pero me meto a cursos. Venía a Guayaquil, pero vivía en Milagro. Llegó el momento de entrar al pre. Cumplí 18 años y él me dice: ‘¿Y si nos casamos?’. Yo le dije que aún estaba muy peladita, pero realmente estaba enamorada, y yo sí lo quería. Entonces le dije a mi mamá; ella se sorprendió con la noticia y todos comenzaron a preguntarme si estaba embarazada, pero no fue así: me casé por amor. Me quedé viviendo en Guayaquil. Nos casamos solo el civil. Seguí estudiando, me seguí preparando, hasta que terminé mi carrera universitaria”, relata.

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La periodista, ya de 32 años, asegura que el inicio de su vida matrimonial a la par de sus estudios no fue complicada, porque en todo momento ha contado con el apoyo de su pareja. “Mi esposo me deja ser como yo quiero ser; él no me corta las alas, todo lo contrario. Nunca me dijo: ‘Ya te casas, embarázate’. Y tampoco creo que lo hubiese permitido, porque tengo un carácter fuerte y sé tomar mis decisiones; nunca me dejo doblegar por nadie. Llevamos una vida linda. Yo estudiaba, él trabajaba y, de hecho, comenzó a pagarme los estudios. Y siempre cuidándome, porque tenía claro que no quería ser mamá, y él también”, refiere.

La periodista ecuatoriana Silvana Torres, presentadora del programa "De boca en boca", junto a su esposo, Xavier Santamaría. Foto cortesía.

Se autodefine como una mujer descomplicada; prefiere salir sin maquillaje —a menos que la ocasión lo requiera—, vestir cómoda y ser muy cercana a sus seres queridos. “Soy supersencilla, atenta a mi hogar, muy leal con mis amigos, muy preocupada. De hecho, a veces digo: ‘Me gusta dar mucho aunque no lo reciba’, porque así pasa en la vida. Pero yo soy superpreocupada, cariñosa, detallista. Yo sé que soy una buena persona”, dice.

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Silvana, tan extrovertida, y Xavier, completamente reservado, tienen profesiones muy distantes (él es marino). Son justamente esas diferencias su punto de conexión. “Hay respeto y él no invade mi espacio. Me gusta como es mi esposo. El ser tan diferentes nos ha llevado a mantenernos, porque él es supertranquilo, relajado, no habla mal de nadie. De hecho, a veces quiero llevar el personaje la Veneno a casa y le comento algo de tal personaje, y él me dice: ‘¿Pero por qué habla así? ¿A usted no le gustaría que la gente diga eso de usted, verdad?’; eso me aterriza. Es mi cable a tierra. Me gusta que no le guste figurear, no quiere tener protagonismo. Él prefiere su vida reservada; de hecho, prefiere que no postee tanto cuando estamos libres. Yo siempre trato de que él se sienta muy atendido, amado por mí; y, ahora que soy mamá, él se ha enamorado más de mí, por como yo cuido a mi hijo”, sostiene.

“Me encanta estar con mi hijo; lo amo. Me encanta ser mamá. Quiero salir del trabajo e ir volando a estar con Lucas. Él llegó a nuestras vidas después de doce años: diez de casados y dos de relación; nosotros estuvimos dos años de novios”, expresa Silvana, quien este 1 de agosto celebró su aniversario de bodas con Xavier.

A nuestra pregunta de por qué surgieron los rumores de un supuesto distanciamiento por infidelidad, ella responde sin titubeos. “¿Sabes qué pasó? Pasó que a él le dieron el pase: ya no vivía en Guayaquil; lo mandaron a Esmeraldas, lejos. Y yo entiendo su trabajo como él entiende el mío. Yo sí soy celosa, pero yo no soy perseguidora; no iba a Esmeraldas, y solo esperaba que él viniera. Ahora ya está en Guayaquil, pero en ese tiempo eran diez días en Esmeraldas y cuatro en Guayaquil; entonces, venía los jueves, y yo esos días trabajaba; solo pasaba el fin de semana con él, y la gente notaba que no subía cosas con él, y yo sí salía mucho. En ese tiempo no era mamá todavía; yo salía con mis amigos a comer, al cine, y la gente comenzó a hablar, pero nosotros estábamos muy bien”, recalca Silvana, quien enfatiza que con su esposo no hay nada de “veneno”. “Soy pura miel con él”, agrega.

La familia Santamaría Torres: Xavier, Silvana y Lucas. Foto cortesía

Lucas, su razón de ser

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El primogénito de la familia Santamaría Torres es la motivación de sus padres. Un sueño anhelado en secreto por Xavier y una sorpresa que se convirtió en bendición para ambos. “Cuando le conté de mi embarazo, a él le cambió la vida de forma radical. Él me dijo: ‘Era el momento; yo siempre quise ser papá’. Y le digo: ‘¿Por qué no me lo pedías?’. ‘Porque no te podía cortar las alas, porque tú estás en tu mejor momento’, me responde. Entonces, ese día me di cuenta de que él estaba sacrificando sus sueños, sus deseos, por cumplir los míos, y eso me hizo valorarlo más aún. Y la vida nos ha cambiado. Yo soy una buena mamá; él es un excelente papá, superatento. Preocupados ambos por Lucas; tratamos de disfrutar cada momento. Cuando estuve embarazada, nunca faltó a un eco. Él estuvo presente en todo, nunca se perdió nada. Es un papá y esposo presente”, enfatiza.

“Cada relación es un mundo y no podemos opinar de otras, pero que él no sea del medio ayuda muchísimo, que no seamos farreros ayuda muchísimo, que no nos guste exponer tanto... eso nos ayuda muchísimo. Somos superhogareños: nosotros preferimos ir al cine que a una farra, preferimos ir a comer que ir a beber algo, nos gusta hacer reuniones en familia y salir con nuestro grupo de amigos supercercanos que no son tanto del medio. Eso ha ayudado, porque no hay chisme, no hay cuentos, no hay enredos. Y tener claro la mujer que tiene a su lado, porque yo he estado tanto tiempo en el medio y jamás se ha dado un rumor sobre mí. Él sabe que, a pesar de la exposición y de las tentaciones que hay en la televisión, nunca se ha dado ese tipo de comentarios sobre mí”, explica Silvana, quien desea volver a ser mamá.

Xavier y Silvana en una sesión durante el embarazo de Lucas. Foto cortesía

Su entrada a la TV

Fue a través de un reality en el que buscaban a un nuevo reportero de farándula como Silvana conoció de cerca el trabajo televisivo. Aunque entonces —revela— su esposo dudó de que lograra su objetivo, fue justamente esa la razón que a ella la motivó a autodesafiarse. “Yo le dije: ‘Yo voy a ir, porque a mí me encanta la televisión, me encanta la farándula’; de hecho, a mí me gusta y apasiona la farándula, me encanta preguntar. Mi mejor amigo de esa época me dijo para ir al casting. Yo, toda menudita, ya me iba a graduar, entré superarrolladora y carismática. Para mí cada prueba era un ‘vamos, tú puedes’. Estudiaba muchísimo la farándula. Y él (su esposo) comenzó a darse cuenta de que tenía cualidades”, recuerda sobre su audición para ingresar al programa Vamos con todo, de RTS.

Desde entonces han transcurrido doce años en los que Silvana dejó de ser simplemente una reportera para dar paso a la Veneno, como cariñosamente la reconocen en el medio, sus compañeros y el público. “Yo cuento desde el momento en que hice el casting en RTS, ida y vuelta, porque estuve tres meses a prueba. Quedé tercer puesto. Me dieron la oportunidad y no pasé la prueba; yo me preocupaba más por ir arregladita y no sabía que era complicado. Aparte, entonces había diez reporteros en Vamos con todo; todos se peleaban por notas: estaba Paola Maya, estaba Fernanda Meza, Cristian Albán. Era superduro competir con ellos, y tenía esa presión. Luego se me dio la oportunidad de entrar a GamaTV; dejé mi carpeta e ingreso a Dueños del mediodía; estuve ahí seis meses, y en Baila Ecuador”, relata.

Miguel Cedeño, su amigo

A la Cerecita, como se conocía al presentador guayaquileño, lo menciona con agradecimiento. Reconoce en su amigo a la persona que vio en ella el potencial para crecer en el medio. Su amistad nació entre las coberturas periodísticas. Fue un flechazo instantáneo, y fue justamente un día antes que él partiera de este plano terrenal, y sin imaginarlo, que en medio de esta entrevista, Silvana comparte también los momentos que atesora de la relación entre ambos.

“Él me conoce; le caigo superbien. A Miguel yo lo amo, porque él siempre confió en mí. Y a Miguel muchos pueden tacharlo de egoísta, de mezquino, pero no: él confió en mí desde que me vio, y él había hablado para que yo entrara a Faranduleros en ese tiempo. Yo voy, me reúno con Pilar Navarrete, con Jean Paul Prellwitz, y creo que tampoco les gusté. De ahí me llamaron nuevamente a Vamos con todo, y desde ahí no he parado. Fui dispuesta a ser la mejor, a corregir los errores del pasado”, indica. En dicho canal laboró durante tres años, hasta que renunció para sumarse como talento de TC Televisión, donde labora desde hace siete.

“Me convirtieron en la Veneno Miguel Cedeño y Marlon Acosta. Y siempre lo digo, porque en la vida hay que ser agradecidos. Cuando yo renuncio a Vamos con todo, porque me llamaban para este proyecto, Miguel me dice, porque él me decía Chucky, él me dice: ‘Tú tienes que ser algo más; tú vienes al mejor canal del Ecuador; tú llegas como reportera, pero te vas a convertir en presentadora; eso lo decreto’. Entonces, Miguel me daba tanto ánimo, y me dice: ‘Tú vas a ser la Veneno, como la Venenosa Sandoval’; nunca me voy a olvidar. ‘Tú vas a ser la Veneno del Ecuador, siempre venenosa, siempre mala, como eres tú, tras cámara, con ese piquete’”, cuenta.

Nace la ‘Veneno’

“La Veneno siempre se queda en el estudio. Cuando hago notas también soy la Veneno, pero ya en la vida real soy yo. Muchas veces me temen. Hay entrevistados que me dicen: ‘Oye, todo el mundo me dice Silvana es mala. ¿Cómo te puedes llevar con esa mujer?’. Pero es ahí cuando les digo que Silvana no es así. A veces sí me hace sentir mal que las personas se lleven esa mala imagen de mí”, admite.

Silvana afirma que prefiere no ser ella la protagonista de la noticia cuando algún comentario suyo genera polémica con otro personaje del ámbito local. “Siento que a mí no me beneficia estar en esos problemas, pero al programa sí, porque todos van a querer ver la respuesta. Entonces, ahí sí me pongo la camiseta, así que voy a aprovechar el momento para responder y darle algunos puntos de rating a mi programa; entonces le saco provecho (...). Yo quiero que me vean como a una profesional; no quiero que me vean como a una inventora, o que grito y soy la Veneno por inventarme cosas, no. Yo no me invento: lo que yo digo es porque lo averiguo. Quiero tener credibilidad. No quiero que me conozcan como la mala, porque ahora muchas personas solo hablan y destruyen, y yo no quiero eso en mi carrera; yo quiero que me respeten”, aclara.

Crecimiento profesional

Ahora quiere probarse en la faceta de entrevistadora. Desde junio pasado asumió el segmento “El veneno de la verdad”, espacio que se desarrolla una vez por semana dentro del programa de farándula. “Ya tengo algunos colchoncitos: he grabado con Jasú (Montero), con Mauricio Altamirano, con Andrea Bucaram, y tenemos por ahí otros personajes”, agrega.

En este segmento, asegura que sus invitados revelarán detalles íntimos. “En este espacio, por ejemplo, Jasú no ha hablado mucho de su relación sentimental con el padre de su niña, y aquí lo hará. Del problema con Dora, temas que se han manejado superficialmente aquí se ahondarán”, refiere.

“Para mí, este segmento es el más importante, porque puedo manejar esa faceta de entrevistadora, si bien es cierto que soy reportera y que, cuando estoy en ese papel, un poco soy cizañosa o trato de sacarle la verdad al entrevistado como sea. En cambio, esta vez es más un conversatorio, es más a profundidad. Me gusta mucho. Me daba miedo, pero siento que me gusta”, añade.

Revela también que, aunque le encanta la farándula, tiene otras aspiraciones dentro de este campo. “En unos años ya no quiero ser reportera: me veo solo presentando y con algo adicional, con un segmento como el de ahora, de entrevistas, que yo sé que puedo eso y muchísimo más; o en algo de comunidad: a mí me encanta la comunidad. Sé que lo hago superbien. El otro día, Emilio (Pinoargote) me dijo en broma: ‘Yo siento que tú eres la versión Cholito en mujer, porque tú eres toda chispa; sales con esas frases que al pueblo le gustan’. Y sí, es cierto, yo también me veo en algo parecido”, revela.

No se ve trabajando en el exterior; prefiere afianzarse dentro de la televisión local y abrirse paso a nuevas oportunidades sin salir del país. “Muchos pueden pensar que no aspiro a algo alto, pero sí lo hago; y no es yéndome afuera, es quedándome acá con mi familia, porque tendría que irme sola y no estoy dispuesta a pagar ese precio. Yo disfruto de los míos”, asevera. (E)