La reina Isabel II, de 95 años, dio positivo al COVID-19 pero presenta síntomas “leves” comparables a los de un resfrío, anunció el domingo el palacio de Buckingham, que indicó que la monarca quiere seguir trabajando en algunas “tareas ligeras”.

La soberana estuvo en contacto con su hijo el príncipe Carlos, dos días antes de que este diera positivo al coronavirus, el 10 de febrero.

La semana pasada reanudó sus audiencias en el Castillo de Windsor, pero se quejó a una de las personas con las que se entrevistó de que sufría “rigidez”.

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“Su Majestad tiene síntomas de resfriado, pero espera continuar con tareas ligeras en Windsor”, el castillo donde se instaló desde el comienzo de la pandemia... seguirá recibiendo supervisión médica y seguirá todas las recomendaciones apropiadas”, indicó el palacio.

Según medios de comunicación británicos, la reina, que cumple 96 años el 21 de abril, recibió tres dosis de la vacuna, al igual que su hijo y la esposa de éste, Camilla, quienes también dieron positivo recientemente.

Poco después del anuncio, el palacio emitió un mensaje de felicitación de la reina a los equipos británicos de curling por su éxito en los Juegos Olímpicos de Pekín --oro para las mujeres, plata para los hombres.-, lo que demuestra que la reina sigue presente.

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El primer ministro Boris Johnson, que pasó varios días en cuidados intensivos a principios de 2020 con covid-19, le deseó en Twitter una “pronta recuperación y un rápido retorno a una vibrante buena salud”.

A los deseos de los políticos británicos se sumaron, entre otros, los del jefe de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

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“La reina es muy estoica”, y “siempre ha sido muy positiva”, dijo a la AFP el analista real Richard Fitzwilliams. “No hay duda de que recibirá los mejores cuidados posibles”, añadió, esperando actualizaciones periódicas sobre su dalud por parte del Palacio de Buckingham.

La reina “será vigilada muy de cerca durante los próximos días” por lo que se espera que no sea “más que una pequeña molestia”, dijo Joe Little, editor de la revista Majesty.

La noticia, que coincide con los preparativos del Gobierno para abandonar las últimas restricciones sanitarias.

Entre los londinenses, la noticia fue recibida con cierta preocupación. “Es un símbolo de la nación”, dijo Pasquale Morese, un investigador. “Es un poco frágil”, pero “esperemos que esté bien”.

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Desde que pasó una noche en el hospital en octubre, las apariciones de la soberana se habían vuelto más escasas.

Pero palacio había anunciado recientemente la reanudación de sus actividades públicas, incluida una ceremonia el 29 de marzo en la Abadía de Westminster en memoria del príncipe Felipe, su marido fallecido el año pasado.

Desde su encuentro con su hijo, la reina había aparecido en persona en una reunión con sus agregados militares en el castillo de Windsor, a unos 40 kilómetros de Londres.

Un vídeo de la reunión la mostraba de pie, sonriendo, con un vestido estampado y un bastón en las manos. “Como puedes ver, no puedo moverme”, dijo, señalando su pie o su pierna izquierda.

La comparecencia de la reina fue una señal para aliviar las preocupaciones sobre su salud, más intensas desde que fue llevada al hospital durante una noche a finales del año pasado para someterse a pruebas “preliminares”, cuya naturaleza nunca se ha aclarado.

Este año la monarca celebra su Jubileo de Platino --los 70 años de reinado--, que se cumplieron el 6 de febrero, y están previstos cuatro días de festejos en el mes de junio. (I)